Recuerdo aquella sonrisa pronunciada de Jimmy Delgado, “El Tanquecito “junto a esos dientes blancos que contrastaban notablemente con su piel, cuando salía con sus hijos al emblemático “Fortín del Sur” donde ganó en forma inolvidable y perdió con lágrimas en los ojos. Era el padre más feliz del mundo cuando esto ocurría, les agarraba de las manitas y les vestía de amarillo. Se tomaba fotos. Las publicaba en su Facebook. El orgullo de ser auquista era tal que nunca les sacaba la gloriosa camiseta, ni siquiera a la hora de dormir, era la pijama en el hogar del notable goleador.