La estrategia mágica.
Sin dudar del éxito de la empresa privada en la vida cotidiana de un país, en la contribución que tiene en el desarrollo de los pueblos y en la incursión que publicitariamente tiene en las actividades deportivas, no hay duda que para administrar profesionalmente nuestro fútbol, deberá experimentar un gran tiempo y descubrir la estrategia mágica para lograr ganancias, en un mundo globalizado, fuerte en alianzas monopòlicas e inversiones y poderoso en el mundo de las finanzas.
Aunque parezca que poco o nada tienen que ver, en la práctica, el deporte y la empresa responden a esquemas de funcionamiento muy similares especialmente en el ámbito futbolístico, donde los equipos, entrenadores directivos y jugadores, hacen las veces de grupos de trabajo, líderes, gestores y trabajadores.
Para ilustrar más este paralelismo, se comparan cuatro enseñanzas fundamentales de los terrenos de juego, para extrapolarlas al ámbito de gestión empresarial: la dirección de personas, la selección de personal, la capacidad de hacer frente a situaciones difíciles y la ética.
Pero ¿Cuál es la relación exacta entre el ámbito empresarial y el fútbol? En países desarrollados, la creación de empresas corporativas deportivas, que venden servicios especializadas de fútbol, ha significado la contratación de insignes figuras, con buena imagen, campeones, seleccionados nacionales y con un nivel de preparación superior, vasto y exigente. Ellos han consolidado una empresa sin darse cuenta, debido a la experiencia de haber jugado profesionalmente y a la contribución ejecutiva en un mundo que lo conocen al dedillo.
Son invitados para exponer conferencia magistrales de actualidad y relacionando perfectamente el tema, hablan del papel del líder al servicio del equipo, resolución de conflictos, comunicación eficaz y motivación del talento.
La idea de este novedoso concepto es transmitir una experiencia deportiva que ha tenido un éxito probado, sabiendo que cada persona tiene que construir su propio modelo, que le satisfaga personalmente y se constituya en el éxito de su entorno laboral.
De todo lo investigado y experimentado la conclusión es determinante: Hay campos en los que abren un abanico de posibilidades, miles de exitosos negocios, pero los mismos podrían resultar minados si es que irrumpen las
Sociedades Anónimas como gerenciadoras del fútbol, que en nuestro país ha sido el sepulcro de muchos dirigentes, los que inclusive ofrendaron su vida y perdieron todo su patrimonio.
De los 90 acá ha quedado demostrado que nada de lo humano es ajeno a la ambición por dinero, ni lo más humano. Al contrario, han descubierto que explotar la pasión es uno de los rubros más redituables. Y la veta más extendida de la pasión es el fútbol. El meganegocio o juego de la bendita pelota mueve millones de dólares. La gran paradoja es que los que generan esa enorme masa de dinero, los clubes están en la quiebra, con una que otra excepción, mientras parásitos como los intermediarios se llenan los bolsillos.
Este contrasentido no se explica diciendo que las entidades son mal administradas, no, es que el esqueleto tiene fisuras, porque no tiene bases (divisiones infanto juveniles) ni proyecta un futuro deportivo (por contar con jugadores mediocres o malos), porque han dejado a un lado el concepto mundial del marketing: vender más, mejorar la calidad de los productos existentes y lanzar los nuevos (o cautivar a una hinchada mediante títulos y espectáculo).
El comercio sabio ha desaparecido. Ahora se regalan boletos, derechos de televisión, no hay aportes de socios y el merchandising ha quedado como un nombre pomposo e improductivo. Los clubes, con un par de excepciones, no tienen la cultura de la rentabilidad, porque en los presupuestos no consideran el rubro marketing. Hace muchos años el fútbol dejó de ser un balón y 22 voluntades.
El producto fútbol debe ser atractivo, si pierde esa condición complica el fabuloso negocio del marketing. Hay que darle el valor atractivo. Hacer lo que quiere el mercado. Normar la gestión como respuesta al público. Total, si la iniciativa privada ve el filón, ha demostrado que hasta es capaz jugar a Dios y crear seres humanos por clonación.
Gonzalo Melo Ruiz
Aunque parezca que poco o nada tienen que ver, en la práctica, el deporte y la empresa responden a esquemas de funcionamiento muy similares especialmente en el ámbito futbolístico, donde los equipos, entrenadores directivos y jugadores, hacen las veces de grupos de trabajo, líderes, gestores y trabajadores.
Para ilustrar más este paralelismo, se comparan cuatro enseñanzas fundamentales de los terrenos de juego, para extrapolarlas al ámbito de gestión empresarial: la dirección de personas, la selección de personal, la capacidad de hacer frente a situaciones difíciles y la ética.
Pero ¿Cuál es la relación exacta entre el ámbito empresarial y el fútbol? En países desarrollados, la creación de empresas corporativas deportivas, que venden servicios especializadas de fútbol, ha significado la contratación de insignes figuras, con buena imagen, campeones, seleccionados nacionales y con un nivel de preparación superior, vasto y exigente. Ellos han consolidado una empresa sin darse cuenta, debido a la experiencia de haber jugado profesionalmente y a la contribución ejecutiva en un mundo que lo conocen al dedillo.
Son invitados para exponer conferencia magistrales de actualidad y relacionando perfectamente el tema, hablan del papel del líder al servicio del equipo, resolución de conflictos, comunicación eficaz y motivación del talento.
La idea de este novedoso concepto es transmitir una experiencia deportiva que ha tenido un éxito probado, sabiendo que cada persona tiene que construir su propio modelo, que le satisfaga personalmente y se constituya en el éxito de su entorno laboral.
De todo lo investigado y experimentado la conclusión es determinante: Hay campos en los que abren un abanico de posibilidades, miles de exitosos negocios, pero los mismos podrían resultar minados si es que irrumpen las
Sociedades Anónimas como gerenciadoras del fútbol, que en nuestro país ha sido el sepulcro de muchos dirigentes, los que inclusive ofrendaron su vida y perdieron todo su patrimonio.
De los 90 acá ha quedado demostrado que nada de lo humano es ajeno a la ambición por dinero, ni lo más humano. Al contrario, han descubierto que explotar la pasión es uno de los rubros más redituables. Y la veta más extendida de la pasión es el fútbol. El meganegocio o juego de la bendita pelota mueve millones de dólares. La gran paradoja es que los que generan esa enorme masa de dinero, los clubes están en la quiebra, con una que otra excepción, mientras parásitos como los intermediarios se llenan los bolsillos.
Este contrasentido no se explica diciendo que las entidades son mal administradas, no, es que el esqueleto tiene fisuras, porque no tiene bases (divisiones infanto juveniles) ni proyecta un futuro deportivo (por contar con jugadores mediocres o malos), porque han dejado a un lado el concepto mundial del marketing: vender más, mejorar la calidad de los productos existentes y lanzar los nuevos (o cautivar a una hinchada mediante títulos y espectáculo).
El comercio sabio ha desaparecido. Ahora se regalan boletos, derechos de televisión, no hay aportes de socios y el merchandising ha quedado como un nombre pomposo e improductivo. Los clubes, con un par de excepciones, no tienen la cultura de la rentabilidad, porque en los presupuestos no consideran el rubro marketing. Hace muchos años el fútbol dejó de ser un balón y 22 voluntades.
El producto fútbol debe ser atractivo, si pierde esa condición complica el fabuloso negocio del marketing. Hay que darle el valor atractivo. Hacer lo que quiere el mercado. Normar la gestión como respuesta al público. Total, si la iniciativa privada ve el filón, ha demostrado que hasta es capaz jugar a Dios y crear seres humanos por clonación.
Gonzalo Melo Ruiz