Navidad Blanca
Las banderas blancas se agitarán en todos los hogares "albos". Al terminar el año e iniciar el próximo, los proyectos se consolidarán y los sueños tendrán el pasto liso, ideal para el talento de los campeones. ¡Qué alegría de los campeones en un estadio compacto y alegre!. ¡Qué capacidad física y técnica!. ¡Que triunfo más justo! . Volvió al pedestal de la fama un hijo ilustre del fútbol ecuatoriano y un indiscutible ganador:
Y es que los ingredientes fueron variando, como aquella metamorfosis interna que los volviò fuertes y vencedores. En la final, dos goles apenas, en un partido donde hubo protagonismo y ansiedad. Y bueno, el fútbol es indescifrable, pero apasionante; emocionante y dramático; fuego y ceniza, explosión de júbilo y lágrimas. Atrás quedaron los desbordes del espectacular Enrique Vera, símbolo de la lucha permanente de un equipo que al final pudo sonreír, que siempre fue humilde, que respetó a todos los rivales de turno, aunque a la hora de la verdad no tuvo contemplaciones y los 79 goles a favor, faltando dos fechas para culminar el evento 2007, hablan de una permanente búsqueda hacia el gol, donde los certeros fueron más que los errores.
Con su característica solidaridad y prolijidad; con el estilo Patricio Urrutia y las ingeniosas apariciones de Cristian "Chichico" Lara, asumiendo la iniciativa y el libreto ganador, Liga Deportiva Universitaria salió aplaudido por sus miles de hinchas en esa marea blanca avasallante y letal.
HUMILDAD QUE CONMUEVE
Cuando Luis Bolaños logró el gol de apertura, lo hizo de un modo fino y elegante. En su festejo, el respeto al fútbol, ese que lo lleva adentro, con aquella humildad que emociona y conmueve. Un caso extraordinario de referencia técnica y liderazgo ofensivo
Entonces el balance es simple: equipo con gran equilibrio, con gran madurez, que impone respeto y es implacable al momento de definir. Se buscó e intentó sin dar tregua, se falló es cierto y se terminó con nervios, pero el estilo y la convicción no se sueña ni se inventa. Las lágrimas de muchos y los abrazos de todos, se convierten en el reconocimiento a una gran labor, defendida al final por Domínguez, un chico sano y bueno, víctima de los irracionales del fútbol, de aquellos inescrupulosos que buscan el centavo como fórmula de vida, manchando de indignación la mente y el alma del inocente del arco.
LDU entró a la cancha, cumplió como un equipo maduro e inteligente, que arriesgó lo necesario e imprescindible en el momento preciso y fue infinitamente más siempre.
Manejó el partido como quiso, nunca dio la sensación de que podía perder. Tuvo respeto por sus convicciones y nunca fue ingenuo. Por eso este fútbol alegre y serio a la vez, rebosante de responsable creatividad e inteligente dinamismo basado en el respeto por la pelota y el espectáculo, este fútbol que significa sentimiento de algo grande, como su nombre mismo, es un orgullo para el país, es una bandera que flameó en los áridos campos, donde ganar es una hazaña y empatar es haber salvado el pellejo.
Cuando Patricio Urrutia puso el sello del campeón, todo estaba definido, tras los retoques obligados de Bauza, malquerido por sus parciales, vimos la enorme categoría de un conjunto que puede aspirar a cualquier éxito y en cualquier cancha.
Y para ser honesto, como lo he sido hoy, mañana y siempre, aunque esto me haya costado duras retaliaciones de los gandules y pelafustanes del deporte, debo resaltar la extraordinaria labor de toda la vida de Rodrigo Paz Delgado, gestor del engrandecimiento de esta gran institución; y, de dirigentes como Esteban Paz, un gran sucesor de su padre y luchador inclaudicable de propósitos; Alfonso Rodríguez, Antonio Rodríguez, Hugo Mantilla, Patricio Torres, Iván Romero, Darío Ávila y Esteban Santos, hombres de la "U" que lucharon por cimentar las bases de una institución, que seguirá siendo orgullo del Ecuador.
(Gonzalo Melo Ruiz)
Y es que los ingredientes fueron variando, como aquella metamorfosis interna que los volviò fuertes y vencedores. En la final, dos goles apenas, en un partido donde hubo protagonismo y ansiedad. Y bueno, el fútbol es indescifrable, pero apasionante; emocionante y dramático; fuego y ceniza, explosión de júbilo y lágrimas. Atrás quedaron los desbordes del espectacular Enrique Vera, símbolo de la lucha permanente de un equipo que al final pudo sonreír, que siempre fue humilde, que respetó a todos los rivales de turno, aunque a la hora de la verdad no tuvo contemplaciones y los 79 goles a favor, faltando dos fechas para culminar el evento 2007, hablan de una permanente búsqueda hacia el gol, donde los certeros fueron más que los errores.
Con su característica solidaridad y prolijidad; con el estilo Patricio Urrutia y las ingeniosas apariciones de Cristian "Chichico" Lara, asumiendo la iniciativa y el libreto ganador, Liga Deportiva Universitaria salió aplaudido por sus miles de hinchas en esa marea blanca avasallante y letal.
HUMILDAD QUE CONMUEVE
Cuando Luis Bolaños logró el gol de apertura, lo hizo de un modo fino y elegante. En su festejo, el respeto al fútbol, ese que lo lleva adentro, con aquella humildad que emociona y conmueve. Un caso extraordinario de referencia técnica y liderazgo ofensivo
Entonces el balance es simple: equipo con gran equilibrio, con gran madurez, que impone respeto y es implacable al momento de definir. Se buscó e intentó sin dar tregua, se falló es cierto y se terminó con nervios, pero el estilo y la convicción no se sueña ni se inventa. Las lágrimas de muchos y los abrazos de todos, se convierten en el reconocimiento a una gran labor, defendida al final por Domínguez, un chico sano y bueno, víctima de los irracionales del fútbol, de aquellos inescrupulosos que buscan el centavo como fórmula de vida, manchando de indignación la mente y el alma del inocente del arco.
LDU entró a la cancha, cumplió como un equipo maduro e inteligente, que arriesgó lo necesario e imprescindible en el momento preciso y fue infinitamente más siempre.
Manejó el partido como quiso, nunca dio la sensación de que podía perder. Tuvo respeto por sus convicciones y nunca fue ingenuo. Por eso este fútbol alegre y serio a la vez, rebosante de responsable creatividad e inteligente dinamismo basado en el respeto por la pelota y el espectáculo, este fútbol que significa sentimiento de algo grande, como su nombre mismo, es un orgullo para el país, es una bandera que flameó en los áridos campos, donde ganar es una hazaña y empatar es haber salvado el pellejo.
Cuando Patricio Urrutia puso el sello del campeón, todo estaba definido, tras los retoques obligados de Bauza, malquerido por sus parciales, vimos la enorme categoría de un conjunto que puede aspirar a cualquier éxito y en cualquier cancha.
Y para ser honesto, como lo he sido hoy, mañana y siempre, aunque esto me haya costado duras retaliaciones de los gandules y pelafustanes del deporte, debo resaltar la extraordinaria labor de toda la vida de Rodrigo Paz Delgado, gestor del engrandecimiento de esta gran institución; y, de dirigentes como Esteban Paz, un gran sucesor de su padre y luchador inclaudicable de propósitos; Alfonso Rodríguez, Antonio Rodríguez, Hugo Mantilla, Patricio Torres, Iván Romero, Darío Ávila y Esteban Santos, hombres de la "U" que lucharon por cimentar las bases de una institución, que seguirá siendo orgullo del Ecuador.
(Gonzalo Melo Ruiz)