Las camisetas también dicen adiós en la Copa América
La camiseta es una simple prenda de vestir, pero en una selección de fútbol vale más que un traje de novia.
Los futbolistas convocados para la selección suelen liquidar las preguntas acerca de cómo se sienten con la siguiente frase: "es un orgullo vestir la camiseta nacional".
Cada vez que marcan un gol, los internacionales besan la camiseta, muestran el escudo con pasión y, si se les permitiera, la arrojarían a los hinchas para que se contagiaran del entusiasmo.
Hay verdaderos devotos de la camiseta nacional. Diego Armando Maradona moría por ella. En las eliminatorias para el Mundial de 1986, protagonizó del 5 al 19 de mayo un verdadero maratón aéreo entre Italia y Argentina para estar con la selección.
En dos semanas, de domingo a domingo, disputó tres partidos con el Nápoles y otros dos con Argentina, en un viaje de ida y vuelta entre las orillas del Atlántico.
Si un jugador trabaja de forma incansable en un partido se dice que "sudó la camiseta"; si, por el contrario, se inhibe en el juego y se muestra indiferente, se afirma que "no sintió los colores".
Los nombres de los equipos suelen ir ligados a los de sus camisetas. Por no hablar de sus números: ¿hay alguno en fútbol más valioso que el 10?. El de Pelé, Maradona y Zico, por ejemplo. Quien lleva el "10" arma el juego, sin desmerecer a los "cazagoles" del "9", como Alfredo Di Stéfano, Hugo Sánchez o Ronaldo.
Los jugadores intercambian las camisetas al finalizar los partidos; los hinchas se pasean con la camiseta de su ídolo puesta; a los futbolistas que han protagonizado una época, se les guarda la camiseta en el museo del club.
La camiseta expone la historia de un equipo. Muy raramente se oculta con otra prenda. Los colombianos salieron el jueves al campo para el partido con Estados Unidos con una camiseta blanca sobre la nacional para unirse a la protesta que millones de compatriotas protagonizaron por la muerte de 11 diputados departamentales, cautivos de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Doce selecciones empezaron la Copa América de Venezuela. Entrados en los cuartos de final, cuatro de ellas han sido eliminadas: Bolivia, Colombia, Ecuador y Estados Unidos. Sus uniformes se colgarán durante un tiempo en el armario para olvidar el fracaso.
Ya no estarán la amarilla de los "cafeteros" colombianos, la "tricolor" (amarillo, azul y rojo) de Ecuador, la verde de Bolivia y la blanca de Estados Unidos. De las cuatro, sólo la colombiana ganó el título en 2001.
Se quedan la "albiceleste" argentina, la "verdeamarilla" brasileña, la "verde" mexicana, la "celeste" uruguaya, la "roja" chilena, la "vinotinto" venezolana, la "albirroja" paraguaya" y la "rojiblanca" peruana.
Casi todas estas prendas evolucionaron a lo largo de la historia, algunas con cambios radicales de color y otras manteniendo la fidelidad a los matices originales, como Argentina y Paraguay.
La "verdeamarela" brasileña era blanca hasta el Mundial de 1950. Después del famoso "Maracanazo", cambió al actual con el que debutó en la Copa del Mundo de Suiza 1954.
También Chile empezó con la blanca hasta la adopción del rojo en 1947. Colombia ha variado mucho de colores hasta llegar al amarillo: azul, naranja y rojo, mientras México utilizó el guinda.
La primera de Perú era blanca con bastones rojos. Hoy mantiene el blanco, pero con una banda roja diagonal.
La "Celeste" uruguaya lleva esa color en homenaje al triunfo del River Plate de Montevideo en 1910 sobre el "Alumni" argentino, el equipo más poderoso de la época.
La "Vinotinto" eligió ese matiz en 1948 antes de los Juegos Olímpicos de Londres de ese año. Por rachas se le denominaba la "granate". En la última década, se consolidó la "vinotinto.
Los futbolistas convocados para la selección suelen liquidar las preguntas acerca de cómo se sienten con la siguiente frase: "es un orgullo vestir la camiseta nacional".
Cada vez que marcan un gol, los internacionales besan la camiseta, muestran el escudo con pasión y, si se les permitiera, la arrojarían a los hinchas para que se contagiaran del entusiasmo.
Hay verdaderos devotos de la camiseta nacional. Diego Armando Maradona moría por ella. En las eliminatorias para el Mundial de 1986, protagonizó del 5 al 19 de mayo un verdadero maratón aéreo entre Italia y Argentina para estar con la selección.
En dos semanas, de domingo a domingo, disputó tres partidos con el Nápoles y otros dos con Argentina, en un viaje de ida y vuelta entre las orillas del Atlántico.
Si un jugador trabaja de forma incansable en un partido se dice que "sudó la camiseta"; si, por el contrario, se inhibe en el juego y se muestra indiferente, se afirma que "no sintió los colores".
Los nombres de los equipos suelen ir ligados a los de sus camisetas. Por no hablar de sus números: ¿hay alguno en fútbol más valioso que el 10?. El de Pelé, Maradona y Zico, por ejemplo. Quien lleva el "10" arma el juego, sin desmerecer a los "cazagoles" del "9", como Alfredo Di Stéfano, Hugo Sánchez o Ronaldo.
Los jugadores intercambian las camisetas al finalizar los partidos; los hinchas se pasean con la camiseta de su ídolo puesta; a los futbolistas que han protagonizado una época, se les guarda la camiseta en el museo del club.
La camiseta expone la historia de un equipo. Muy raramente se oculta con otra prenda. Los colombianos salieron el jueves al campo para el partido con Estados Unidos con una camiseta blanca sobre la nacional para unirse a la protesta que millones de compatriotas protagonizaron por la muerte de 11 diputados departamentales, cautivos de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Doce selecciones empezaron la Copa América de Venezuela. Entrados en los cuartos de final, cuatro de ellas han sido eliminadas: Bolivia, Colombia, Ecuador y Estados Unidos. Sus uniformes se colgarán durante un tiempo en el armario para olvidar el fracaso.
Ya no estarán la amarilla de los "cafeteros" colombianos, la "tricolor" (amarillo, azul y rojo) de Ecuador, la verde de Bolivia y la blanca de Estados Unidos. De las cuatro, sólo la colombiana ganó el título en 2001.
Se quedan la "albiceleste" argentina, la "verdeamarilla" brasileña, la "verde" mexicana, la "celeste" uruguaya, la "roja" chilena, la "vinotinto" venezolana, la "albirroja" paraguaya" y la "rojiblanca" peruana.
Casi todas estas prendas evolucionaron a lo largo de la historia, algunas con cambios radicales de color y otras manteniendo la fidelidad a los matices originales, como Argentina y Paraguay.
La "verdeamarela" brasileña era blanca hasta el Mundial de 1950. Después del famoso "Maracanazo", cambió al actual con el que debutó en la Copa del Mundo de Suiza 1954.
También Chile empezó con la blanca hasta la adopción del rojo en 1947. Colombia ha variado mucho de colores hasta llegar al amarillo: azul, naranja y rojo, mientras México utilizó el guinda.
La primera de Perú era blanca con bastones rojos. Hoy mantiene el blanco, pero con una banda roja diagonal.
La "Celeste" uruguaya lleva esa color en homenaje al triunfo del River Plate de Montevideo en 1910 sobre el "Alumni" argentino, el equipo más poderoso de la época.
La "Vinotinto" eligió ese matiz en 1948 antes de los Juegos Olímpicos de Londres de ese año. Por rachas se le denominaba la "granate". En la última década, se consolidó la "vinotinto.