Invocando a Dios con un ojo en la cábala

Enviado por bielo el Sáb, 30/06/2007 - 19:30
En el mundo del fútbol, la fe también discurre por distintos caminos y vale tanto para creer en el triunfo como para aliviar la derrota.

Cuando llegan las vacas flacas o en vísperas de las citas decisivas, algunos futbolistas invocan a Dios y a sus santos preferidos y otros se graban tatuajes cabalísticos para ahuyentar los malos presagios.

"Dios es grande y el fútbol es tan bueno que siempre hay otra oportunidad", dijo el meta y capitán de Colombia, Miguel Calero, sin duda el más necesitado de confianza en la Copa América después de haber sido batido cinco veces por los delanteros paraguayos.

Si hay una imagen que anima a los jugadores a creer que la fe mueve montañas, es la de los brasileños colocados en círculo y con las manos cogidas para rezar después de ganar el quinto título mundial en 2002.

Claro que Brasil es Brasil y con Roberto Carlos, Ronaldinho, Rivaldo y Ronaldo hasta Dios puede tomarse un descanso.

El venezolano Fernando De Ornelas no sólo reza, sino que promueve el rezo. En vísperas del debut contra Bolivia en la actual Copa América, se llevó a la concentración a un grupo de "hermanos" predicadores para dedicar un rato de oración con sus compañeros.

Están también los devotos de santos y santas. El defensa de la "vinotinto" Leonel Vielma se encomienda a Santa Bárbara para que le proteja a él y a sus compañeros de las lesiones.

Hay quien combina el ritual de los tatuajes con la religiosidad. El centrocampista chileno Arturo Sanhueza muestra grabados en sus antebrazos los nombres de sus santos preferidos, San Expedito y San Sebastián, junto con los de su hija Constanza y su hijo Lucas.

"Hace mucho tiempo que creo en San Sebastián y cuando fiché por Wanderers (ahora está en Colo Colo) conocí a San Expedito y me hice muy creyente de él", declara.

San Expedito es el santo de las causas urgentes y una de sus invocaciones dice: "San Expedito, san Expedito, dame lo que necesito".

Chile remontó el partido que Ecuador ganaba por 2-1 en el minuto 80 para terminar imponiéndose por 2-3 y, seguramente, Sanhueza atribuyó al santo la "ayudita".

Un ritual singular es el del goleador brasileño José Róbson do Nascimento, del Paysandú, que fortalece su vocación con dos ritos obligatorios antes de cada partido: huele sus botas y viste el mismo calzoncillo, que solo lo cambia al siguiente año.

"Uso el mismo calzoncillo en cada partido. Del comienzo al final del año. Es una cosa que también me da suerte", sostiene "Robgol", una de cuyas preocupaciones es el inevitable desgaste de la prenda.

El arquero colombiano René Higuita jugaba siempre con calzoncillos de color azul y se sentía tan seguro que practicaba las salidas vertiginosas del área para ejercer de centrocampista.

En el Mundial de Italia'90, no se sabe si por el cambio de color de la prenda o de las apreturas, se alejo 40 metros del arco e intentó regatear a Roger Millá. El camerunés le arrebató el balón y anotó el gol que envió a los colombianos a casa.

El técnico mexicano Ricardo Lavolpe, ganador en 2003 con la selección de la Copa de Oro, se ponía en los duelos decisivos una corbata con figuras de dragones, que simbolizaban el signo bajo el cual había nacido; el brasileño Mario "Lobo" Zagalo, que logró en 1997 la Copa América, era un fanático del número 13, señal para muchos de mala suerte.

En la Copa América de 1991, el arquero chileno Patricio Toledo dejaba dentro del marco una bolsa que se creía era un fetiche hasta que aclaró que era simplemente agua para humedecer sus guantes.

El agua acompañaba también, en una botellita, al técnico italiano Giovanni Trapattoni en el Mundial de 2002, pero no era un líquido normal ya que estaba bendecido.

El "Trap", antes del comienzo del partido, derramaba sobre el terreno de juego un poco de agua, gesto que repetía cuando las cosas no salían bien para su equipo.

El agua bendita se la entregaba su hermana mayor Romilda, monja del convento milanés de Santa María Bambina.

El talismán no salvó a Italia de caer en octavos ante Corea del Sur, aunque los "azzurri" culparon al árbitro ecuatoriano Byron Moreno de la derrota. El agua bendita del "Trap" era intocable.