Gangsterismo en el fútbol.
La inigualable y espectacular Buenos Aires, se estremeció aquel 9 de agosto del 2007, cuando se anunció el asesinato de Martín Gonzalo Acro, de 29 años, ex trabajador del club River Plate y una de las caras más conocidas, de una de las facciones de los "Borrachos del Tablón", barra brava fiel y peligrosa, que hoy se ha convertido en una agrupación sanguinaria, donde la violencia, la agresión aleve y las palizas a los rivales, son el común denominador de un sistema retrógrado, pero al final, eficaz.
Acro murió tras ser acribillado a quemarropa en una emboscada a la salida de un gimnasio al que concurría en el barrio porteño de Villa Urquiza. Los individuos no identificados lo lanzaron al suelo y le dispararon a quemarropa dos balazos en la cabeza y uno en el muslo. A la salida de las honras fúnebres, Adrián Rousseau, líder indiscutible de la falange millonaria, beso su anillo y juró venganza. Fue un gesto mafioso que estremeció a la sociedad argentina y a quien escribe este relato.
Por este abominable crimen. están siendo investigados como sospechosos los hermanos Alan y William Schlenker, que lideran la facción rival de la que encabeza Adrián Rousseau en la que militaba el hincha asesinado.
Es mucha la gente que se pregunta ¿cómo se financian las barras?, ¿de qué viven sus integrantes?, ¿quiénes son los que les dan de comer?. El de Los Borrachos del Tablón constituye otro de los casos más enigmáticos. ¿Será cierto que a sus jefes, Adrián Rousseau y Alan Schenker, el club les paga 11.000 dólares mensuales a cada uno? Por lo pronto, es un secreto a voces que los barras tienen el control absoluto del gimnasio del club, que los días de partidos revenden entradas, que trabajan de patovicas en la mayoría de los recitales que se hacen en el Monumental, que también revenden entradas de esos shows y que en el estadio suele venderse su propio merchandising. Rousseau trabaja desde abril de 2001 como empleado del Gobierno porteño con un sueldo de 400 dólares. El trabajo se lo consiguió su papá, Ángel, quien cobra 750 dólares en la Legislatura. Adrián vive en Las Cañitas, uno de los barrios top de Capital Federal.
Fuente de ingreso de la mayoría de las barras, el negocio de la droga juega su partido los domingos y también durante la semana. El tema no es nuevo: hace unos 15 años, la amistad entre los violentos de River y Racing se rompió por una traición vinculada a la venta de estupefacientes.
Que no sólo los dirigentes y jugadores, sino también famosos y políticos, colaboran con los barras bravas, es otra de las verdades no escritas en el manual de los violentos. Nadie lo confirmará, claro, pero se sabe que muchos planteles y entrenadores les entregan el 10% de sus sueldos a los muchachos. Cuando se acercan elecciones a nivel nacional o provincial, son muchos los barras que fogonean las campañas.
En casi todos los casos en complicidad con la Policía, los barras también manejan los estacionamientos en las calles aledañas a los estadios. Pasa en la mayoría de los clubes y los intermediarios suelen pedir 3 dólares por auto. ¿Otro modo de recaudar de los violentos? Les piden camisetas a los futbolistas y después las rifan o venden. El poder que ostentan los "capos" es tal, que ahora, en forma imperceptible- a través de emisarios, cobran un respetable 10% de las transferencias al exterior de los jugadores del club.
En junio, 42 integrantes de Los Borrachos viajaron al Mundial Alemania 2006. La AFA le solicitó las entradas de los partidos a la FIFA luego de recibir una carta con membrete de River (fuentes allegadas a Javier Castrilli lo confirmaron; José María Aguilar, ex presidente, lo desmintió).
Caos, golpes, terror, todo eso generan los violentos del fútbol, muchos de ellos provenientes de sectores humildes de la población, por ello algunos sociólogos señalan que "las barras bravas pueden ser consideradas como una simple y lógica prolongación de la violencia latente que enmarca a la vida social", en consecuencia el que sale perdiendo es el fútbol y los buenos hinchas, qué pena.
Todos los problemas de violencia en los estadios de la nación rioplatense son causados por las barras bravas, no obstante algunos dirigentes de clubes argentinos protegen a los cabecillas de estos grupos, quienes a su vez protegen intereses de estos dirigentes, especialmente cuando hay elecciones internas, una cosa de locos
Sudamérica, Centroamérica, Europa y digamos claramente, en todo el planeta se vive de la violencia. En Bélgica, un hincha murió envuelto en llamas, las imágenes fueron aterradoras, pues el grueso de los aficionados miraron atónitos, el desenlace fatal. La intención era llevarse una bandera del equipo contrario, la cosa salió mal, el partido no se suspendió y el balón siguió rodando, en fin...
Aquellas barras están integradas por vagos y marginados, emparentados con la actividad y códigos mafiosos, en donde el grupo les confiere la identidad que les falta, es su familia, su razón de ser y su única actividad, y viven del peaje mafioso y el narcotráfico, por lo que el territorio adquiere una importancia excluyente.
La patota Argentina en cambio se conforma en base al barrio, parentesco, amistad, vecindario o escuela. Pueden trabajar, hacer changas o estudiar, el grupo no reemplaza a la familia, la patota no es su razón de ser, es solo una militancia que les asegura alguna importancia en el medio y hacer aquello que solos no se animan.
Los llamados "barras brava", que existen en todo el mundo, están ligados por la adhesión a un club de fútbol. O se quedan en lo que son, o de la mano de simples "punteros" con aspiración a dirigentes políticos, ascienden a mercenarios para todo uso.
En todos, el hilo conductor es la rebeldía contra la autoridad y la posibilidad de tener un enemigo contra el que desfogar los ímpetus, para sacar patente de bravo y seducir al hembraje.
Todo esto lo vivimos en Buenos Aires- Argentina. Lo único que deseamos es que la mafia de los barras bravas, no penetre brutalmente en nuestro fútbol. Sabemos quienes son los violentos, los que en poca escala, "viven "de este negocio mundial. El gobierno y las autoridades del fútbol del Ecuador están en la obligación de parar a los violentos, a los instigadores del caos y la muerte. Lo dejamos escrito, como un testimonio de aquel dicho que dice: ¡Mejor es prevenir- antes que después lamentar!
Por Gonzalo Melo Ruiz
Desde Buenos Aires-Argentina