Ginóbili es el espectáculo en la nueva dinastía de los Spurs

Enviado por bielo el Sáb, 16/06/2007 - 11:13
Nadie cuestiona que el alero Tim Duncan es la estrella de los Spurs de San Antonio, pero sin la garra e inspiración del escolta argentino Manu Ginóbili el equipo tejano no tendría su cuarto título de liga y tal vez tampoco hubiese logrado el segundo.

Como es lógico, la prensa estadounidense, en su línea de destacar todo lo nacional, han establecido la figura de Duncan como el jugador símbolo de la nueva dinastía dentro del baloncesto de la NBA después de haber ganado cuatro títulos de liga desde de 1999 y tres premios de Jugador Más Valioso (MVP).

Aunque el último se lo arrebató con todos los honores el base francés Tony Parker, primer europeo que lo consigue, que promedió en la final 24,5 puntos con 57 por ciento de acierto en los tiros de campo.

La aportación de Parker y Duncan volvió a ser importante, pero sin los tantos decisivos de Ginóbili en el tercer y cuarto partidos, los Spurs no hubiesen podido barrer a los Cavaliers de Cleveland, el peor equipo que ha llegado a las Finales en la historia de la NBA.

Aun cuando estaba teniendo su peor actuación individual en el tercer partido, Ginóbili tuvo que surgir con sus genialidades cuando faltaba un minuto del tiempo reglamentario para darle una asistencia de oro a Parker que anotó el triple que rompió la igualdad en el marcador (72-67) y luego se encargó se sentenciar con tres puntos desde la línea de personal.

Ginóbili, que iba a ser el máximo encestador del partido con 27 puntos, anotó 13 en los minutos que iba a cambiar la historia del partido.

La historia se había repetido de nuevo y como sucedió en el título del 2003, Ginóbili no fue el MVP, pero sí el jugador más decisivo de las Finales y el único que le dio algo de emoción y espectacularidad.

El veterano Robert Horry, que ha ganado siete títulos de liga, reconoció que dentro del equipo el único que hace cosas espectaculares es Ginóbili. El resto se limita a cumplir con los requisitos básicos, algo que en esta etapa de transición de la NBA, les ha convertido en un buen equipo que sabe cómo ganar partidos.

Pero los Spurs, con su juego de fundamentos, no generan ningún tipo de pasión y de no haber sido por Ginóbili la situación hubiese sido peor en todos los aspectos.

Especialmente después del bajo rendimiento que tuvo el alero LeBron James, el jugador que llegó a sus primeras Finales con los Cavaliers y en busca de "consagrarse" como el nuevo Jordan de la NBA, pero no lo consiguió y por en contrario dejó bastantes interrogantes sin responder sobre su juego y condición de líder.

El reflejo de la indiferencia que generaron los Spurs con su juego y los Cavaliers por su endeblez fueron los índices de la audiencia de televisión, que fueron los peores en la historia de la NBA.

El índice fue un 27 por ciento inferior al 8,5 que registraron el año pasado las Finales entre los Heat de Miami y los Mavericks de Dallas, y todavía más bajo que el que se dio en las del 2003 entre los Spurs y los Nets de Nueva Jersey. Los cuatro partidos disputados por los Spurs y los Cavaliers sólo dejaron una audiencia de 9,3 millones de personas.