Descarada evasión de tributos.
Por Gonzalo Melo Ruiz
El fútbol se alegra, el aficionado se siente orgulloso de ser ecuatoriano, las familias piensan en mejorar su calidad de vida. Los dirigentes de los clubes se frotan las manos, porque a través de la transferencia de sus jugadores profesionales, seguramente, las alicaídas finanzas recibirán una potente inyección económica. Es decir, cada ecuatoriano que sale al exterior, es una muestra del indudable progreso de nuestro respetado balompié.
El fútbol, en nuestro país, es una actividad profesional con una cantidad impresionante de impuestos que a veces- inciden tanto, que llevan a la quiebra, especialmente a las instituciones bisoñas, que tienen un fervor por participar en la competencia nacional. Si bien es cierto los aficionados de la ciudad o provincia apoyan con decisión a sus ídolos, al final, las altas inversiones, sin presupuestos reales, terminan con las ilusiones del jugador, que sintiéndose perjudicado, no demuestra toda su capacidad en la cancha y va cediendo paulatinamente- a veces imperceptiblemente- a la desazón y es golpeado por la frustración de una familia que empieza a sentir el hambre.
En la Ley del Deporte del año 1978, que daba autonomía a la Federación Ecuatoriana de Fútbol en su manejo administrativo y económico, constaba un artículo que obligaba a los clubes a pagar el 5% al Estado ecuatoriano por transferencias internacionales. Eso nunca se cumplió. Ahora el mutis sobre esa disposición de ley es una costumbre. La evasión tributaria en materia de "transferencias de futbolistas" es flagrante. Los representantes y todos los que intervienen en las operaciones, deben quedar identificados en un registro que administrará la Federación Ecuatoriana de Fútbol entidad matriz que, a su vez, tendrá que remitir la información al organismo recaudador, es decir el Servicio de Rentas Internas, para frenar el perjuicio al Estado.
Los clubes también deberán precisar con lujo de detalles quiénes son los dueños de los pases de sus jugadores y los porcentajes que correspondan a cada uno. De esta manera, el organismo pertinente deberá conocer quiénes ponen la plata para comprar el pase de un jugador y quiénes son los que se benefician con las ventas posteriores. Es necesario saber si ese dinero que se invierte en un jugador está debidamente declarado. Lo mismo con las ventas: es necesario saber si todas las ganancias que se generan por los pases están en regla.
Todo esto pasa en gran medida por el anonimato en que se desenvuelven empresarios, directivos y particulares, que son titulares de derechos económicos vinculados a jugadores de fútbol. Millones de dólares han recibido equipos, jugadores y empresarios desde hace 10 años atrás. ¿Alguno cumplió con la obligación tributaria ?. Ninguno. Bueno, ¡Creo que es hora de empezar!.