La participacion de la selección ecuatoriana sub-17 en el último torneo sudamericano del que fue anfitriona, y en el que se ubicó en el sexto lugar de la etapa final, sin lograr clasificar al campeonato mundial de Corea del Sur, privilegio reservado para los cuatro primeros, despertó nuevamente la discusión sobre las divisiones formativas.

El cuento de siempre otra vez vigente, la falta de organización, las tembleques estructuras del fútbol ecuatoriano, la casi nula inversión de los clubes en estas categorías, la capacitación de los técnicos, la falta de roce a nivel internacional, el tiempo de preparación, etc.

Quienes estamos de una u otra manera vinculados al fútbol, sabemos desde hace muchos años en dónde están las fallas, ¿qué se ha hecho para cambiar?, en realidad poco. Es de lamentar que los clubes no se decidan a buscar recursos para un trabajo planificado, organizado y duradero con niños y jóvenes, del cual probablemente se verían beneficiados en la parte deportiva y económica, de capacitar o contratar técnicos especialistas para dicha tarea, de legislar buscando mayor nivel y duración de los torneos para estas divisiones.

La Federación Ecuatoriana de Fútbol tiene su responsabilidad en el tema, lo que invierte en la preparación de estas selecciones es mínimo respecto a la selección mayor, lo hecho con esta última sub-17 en tiempo de trabajo y preparación no es ningún descubrimiento, es lo normal, las demás federaciones sudamericanas lo hacen.

No podemos pretender de la nada la limonada, hay que sembrar para cosechar, es sencillo pero no lo más justo hacer responsable de todo al técnico, puede asumir otro nacional o extranjero, el mal es de fondo no de forma, será hasta el próximo fracaso.