Martín Palermo, un goleador salvaje.
A punto de completar 15 años como jugador de la Primera División, Martín Palermo cumplió con una asignatura pendiente al marcar cuatro tantos en un partido con el que su equipo, Boca Juniors, consolida su postura de candidato a luchar por otro título de campeón en Argentina.
El Palermo imparable del domingo en "La Bombonera" fue idéntico a aquel del 28 de noviembre de 2000, cuando en los primeros cinco minutos de juego liquidó con dos goles al Real Madrid en Tokio y aseguró para los boquenses la Copa Intercontinental. Ni más ni menos.
Y mucho de ese Boca hubo en esta victoria ante Gimnasia y Esgrima La Plata (5-1), porque entre sus socios estaban en el campo Juan Román Riquelme y Guillermo Barros Schelotto, como en aquella ocasión.
Esta vez anotó tres tantos en ocho minutos. Abrió la cuenta Neri Cardozo a pocos segundos del comienzo y el zurdo delantero resolvió la victoria entre los 6 y los 14. Completó su faena personal a los 73 frente a una multitud delirante que coreó su nombre durante toda la tarde.
Cuatro veces anotó tres tantos pero nunca había llegado a cuatro en un partido desde su debut en Estudiantes de La Plata en julio de 1992, pese a que ha logrado 164 en las ligas argentinas (34 con el conjunto platense y 130 con Boca), con lo cual es el máximo goleador en activo de su país seguido por el riverplatense Ernesto Farías, con 127.
Sumados los 26 marcados en torneos internacionales, tres con la selección argentina, 21 con el Villarreal, uno con el Betis y tres con el Alavés, ha cosechado 218.
Como en sus mejores tiempos Martín Palermo encabeza la tabla de realizadores del torneo Clausura 2007 argentino con ocho goles anotados en los últimos cuatro encuentros.
El primero de ellos todavía lo pasan por la televisión y es posible que quede consagrado como el mejor del año, o como el más impactante, aquel que marcó frente a Independiente desde la mitad del campo en la tercera jornada. Otros tres los hizo frente al equipo del cual es hincha, Estudiantes, hace ocho días en la quinta.
Todas estas cifras, ecuaciones y circunstancias se actualizan en un balance extraordinario en momentos en que Boca Juniors decide si renueva el contrato de Palermo que finaliza el próximo 30 de junio, cinco meses antes de que cumpla los 34 años.
Palermo ha superado numerosas etapas de desaciertos y de críticas, como aquella que terminó tempranamente su ciclo en la selección argentina, cuando falló en la ciudad paraguaya de Luque tres penaltis frente a Colombia en la Copa América de 1999.
También sufrió dos lesiones importantes en su carrera. La primera en noviembre de ese año cuando se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha y estuvo siete meses inactivo. La otra mientras jugaba en el Villarreal, en noviembre de 2001, cuando después de marcar un gol contra el Levante, en la Copa del Rey, se le cayó encima un muro de cemento y se fracturó el tobillo derecho.
El año pasado tuvo un duro bajón anímico cuando falleció su hijo seis horas después de nacer.
Pero "el loco", como le llaman en Argentina, salió adelante de estas y de otras situaciones adversas con el estilo salvaje que le caracteriza como futbolista, ese que no le permite dar nunca un balón por perdido, ese que le impulsa al buscar con insistencia el quinto gol después de marcar cuatro, como sucedió el domingo en "La Bombonera".
El Palermo imparable del domingo en "La Bombonera" fue idéntico a aquel del 28 de noviembre de 2000, cuando en los primeros cinco minutos de juego liquidó con dos goles al Real Madrid en Tokio y aseguró para los boquenses la Copa Intercontinental. Ni más ni menos.
Y mucho de ese Boca hubo en esta victoria ante Gimnasia y Esgrima La Plata (5-1), porque entre sus socios estaban en el campo Juan Román Riquelme y Guillermo Barros Schelotto, como en aquella ocasión.
Esta vez anotó tres tantos en ocho minutos. Abrió la cuenta Neri Cardozo a pocos segundos del comienzo y el zurdo delantero resolvió la victoria entre los 6 y los 14. Completó su faena personal a los 73 frente a una multitud delirante que coreó su nombre durante toda la tarde.
Cuatro veces anotó tres tantos pero nunca había llegado a cuatro en un partido desde su debut en Estudiantes de La Plata en julio de 1992, pese a que ha logrado 164 en las ligas argentinas (34 con el conjunto platense y 130 con Boca), con lo cual es el máximo goleador en activo de su país seguido por el riverplatense Ernesto Farías, con 127.
Sumados los 26 marcados en torneos internacionales, tres con la selección argentina, 21 con el Villarreal, uno con el Betis y tres con el Alavés, ha cosechado 218.
Como en sus mejores tiempos Martín Palermo encabeza la tabla de realizadores del torneo Clausura 2007 argentino con ocho goles anotados en los últimos cuatro encuentros.
El primero de ellos todavía lo pasan por la televisión y es posible que quede consagrado como el mejor del año, o como el más impactante, aquel que marcó frente a Independiente desde la mitad del campo en la tercera jornada. Otros tres los hizo frente al equipo del cual es hincha, Estudiantes, hace ocho días en la quinta.
Todas estas cifras, ecuaciones y circunstancias se actualizan en un balance extraordinario en momentos en que Boca Juniors decide si renueva el contrato de Palermo que finaliza el próximo 30 de junio, cinco meses antes de que cumpla los 34 años.
Palermo ha superado numerosas etapas de desaciertos y de críticas, como aquella que terminó tempranamente su ciclo en la selección argentina, cuando falló en la ciudad paraguaya de Luque tres penaltis frente a Colombia en la Copa América de 1999.
También sufrió dos lesiones importantes en su carrera. La primera en noviembre de ese año cuando se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla derecha y estuvo siete meses inactivo. La otra mientras jugaba en el Villarreal, en noviembre de 2001, cuando después de marcar un gol contra el Levante, en la Copa del Rey, se le cayó encima un muro de cemento y se fracturó el tobillo derecho.
El año pasado tuvo un duro bajón anímico cuando falleció su hijo seis horas después de nacer.
Pero "el loco", como le llaman en Argentina, salió adelante de estas y de otras situaciones adversas con el estilo salvaje que le caracteriza como futbolista, ese que no le permite dar nunca un balón por perdido, ese que le impulsa al buscar con insistencia el quinto gol después de marcar cuatro, como sucedió el domingo en "La Bombonera".