Las dos caras de la medalla.

Enviado por bielo el Jue, 15/03/2007 - 09:01

En los últimos días el fútbol ecuatoriano ha experimentado una serie de contrastes, situación que motiva una preocupación y que ha fomentado un desconcierto particularmente entre los aficionados. La FIFA, órgano rector del fútbol en el mundo, hizo pública la clasificación mundial de las seleciones nacionales, Ecuador por primera vez en su historia se ubicó en el casillero 24. Espectacular. Nunca antes el fútbol nacional logró un ranking tan alto. Esto sin duda, es el reconocimiento al trabajo planificado, a los procesos a largo plazo,  a las clasificaciones a los dos últimos Mundiales, en definitiva a los buenos resultados alcanzados principalmente por la tricolor.

El país futbolero, esta consciente, y se siente orgulloso por lo que ha conseguido la selección nacional, y esto en muchos casos nos conduce a crear un clima de demasiada confianaza, pero cuando no se consiguen los resultados, que en muchas veces los damos por hechos, viene irremediablemente la desilusión que está acompañada por su prima hermana, la frustración. El arranque de una nueva edición de la Copa Libertadores de América, ha tenido pobres resultados, y lo más preocupante, un bajísimo nivel mostrado por nuestros representantes. Porque la verdad, el  rendimiento que han mostrado Nacional, Emelec y en menor medida L.D.U. no justifican para nada el ranking que ostenta nuestro fútbol en la FIFA. Resulta inconcebible por ejemplo la actuación del Campeón ecuatoriano El Nacional, que solo hace un par de meses con sobra de merecimientos y con el reconocimiento de propios y extraños alcanzaba por décimo tercera ocasión en su historia el título de Campeón. Para el Torneo Continental los Criollos se reforzaron, con la incorporación de dos o tres figuras, sin embargo a la hora de la verdad, nada de nada, absoluto fracaso en el plano internacional.

El caso del sub-campeón Emelec, es más lógico y comprensible. La falta de recursos económicos, impidió mantener la plantilla que le llevó al segundo lugar, es prácticamente un equipo nuevo, y sin la jerarquía ni la calidad del año anterior y los resultados negativos están a la vista cargados de un tremendo dolor para la hinchada.

L.D.U. se ha constituido en las últimas temporadas en el cuadro con mayores participaciones y con mejores resultados, a nivel internacional, sus directivos no han escatimado esfuerzo alguno para conformar un equipo poderoso, en busca de un título que los proyecte en América y el Mundo. En la presente temporada, los albos no han podido sortear una serie de inconvenientes, jugadores suspendidos, lesionados y otras dificultades que han restado su potencial. En definitiva Liga no tiene el nivel de otros años y su futuro es incierto, nadie puede garantizar nada.

Otro caso es el de la Selcción Sub-17 que es anfitriona del Torneo Sudamericano de la categoría, después de 18 meses de trabajo, el equipo que es orientado por Homero Valencia no ha sido capaz de mostrar un nivel de juego que permita generar confianza en los aficionados. Alcanzó una dramática clasificación al hexagonal final con un histórico triunfo sobre Brasil, pero igual son más las dudas las que produce por su rendimiento.

Todo esto nos invita a una refelxión. ¿Cuál es el verdadero nivel del fútbol ecuatoriano? ¿Es una isla la Selección mayor? ¿Son apenas un espejismo las clasificaciones a los Mundiales? Pienso que no. Definitivamente hay méritos en nuestro balompié. Nunca antes exportamos tantos juagdores (25) entre América y Europa. Nunca antes cosechamos tantos y tan buenos resultados.

Hay que revisar las estructuras de los clubes, es ahí donde quizá se siguen cometiendo algunos errores. Falta un trabajo de mayor seriedad en las divisiones menores. Falta en la mayoría de los casos una gestión positiva para potenciar económicamente para transformar a los clubes en verdaderas instituciones y sobre todo falta conseguir los resultados, a nivel de equipos, que consoliden este momento del fútbol nacional. El camino está marcado, el fútbol ecuatoriano ya tiene una tarjeta de presentación. No perdamos de vista el objetivo que conduzca definitivamente a la consolidación con sello e identidad propio.