Nos quitaron la venda

Enviado por robert el Vie, 17/06/2016 - 15:37

Tan cerca y tan lejos. Una vez más Ecuador demuestra que no está preparado para competir en un torneo corto y obtener grandes logros. Son ya 23 años desde la última y única vez que por lo menos se avanzó a semifinales. El desempeño copero del seleccionado nacional deambula en la mediocridad.

Ecuador durante toda la Copa América del Centenario mostró momentos en que proponía el partido, decidía atacar y llegaba al arco contrario con peligro pero careció de mucha puntería para dar la estocada final. En la previa de este torneo se hablaba que se podía vencer a Brasil, a Perú, al propio Estados Unidos y a otros seleccionados con nivel o plantel similar al nuestro, sin embargo  el problema es que no nos creímos capaces de poder hacerlo. Y esa falta de ambición nace de un discurso testarudo del entrenador que festeja empates y cree que no se le puede cuestionar porque Ecuador nunca ha ganado nada.

Un triunfo, una derrota y dos empates. De 12 puntos posibles tan solo se ganó 5. Números secos y fríos al igual que el desempeño futbolístico que salvo en el duelo ante Haití se mostró la máquina a todo vapor.

Luego de ver desfilar una constelación de jugadores maravillosos en los últimos 20 años parecía que esta era la oportunidad que Ecuador obtenga el protagonismo que la evolución de nuestro fútbol merece. Esta Copa América deja sensaciones dispares para los nacionales. Lo bueno es que se pasó la fase grupo, lo malo es que no se pudo ir más allá.

En el duelo más importante del torneo ante el anfitrión no supimos resolverlo pese a que en calidad de plantel somos superiores. Los norteamericanos  taparon las bandas y desubicaron al solitario Noboa en el mediocampo y así maniobraron el partido a su favor. El joven Carlos Gruezo nunca fue garantía en la media. Fue superado en todo el torneo y sus falencias condicionaron el andamiaje defensivo de Ecuador que lució muchas veces en precarias condiciones.

La fragilidad del Tricolor en la parte de atrás fue evidente. Achilier fue el primero y Erazo la completó. Ninguno de los dos centrales estuvieron a la altura del gran nivel de Arturo Mina que terminó siendo la única buena noticia para el seleccionado nacional. El defensor de Independiente ya es una realidad consolidada.

Luego de hacer las maletas para dejar suelo estadounidense el entrenador Gustavo Quinteros junto a sus colaboradores deberán hacer un análisis profundo de la actualidad del equipo que dirigen. La Selección no se puede quedar con el ilusionismo de haber liderado las eliminatorias durante las primeras fechas. El camino es largo y el equipo necesita un recambio generacional en varios puestos.

En el arco Domínguez no es más el rey porque atrás tiene a Estaban Dreer en igual de condiciones. En la defensa el retiro de Walter Ayoví, que está por cumplir 38 años, es inminente.  La consolidación de una pareja de zagueros también es urgente. Juan Carlos Paredes no es inamovible y se puede probar a alguien más en la derecha. En el mediocampo Cristhian Noboa necesita un socio que lo cubra y libere, Pedro Quiñónez y Orejuela parecen ser los ideales. En la delantera Felipe Caicedo no puede ser el único que resuelva. Enner Valencia necesita volver a su nivel y José Angulo pide a gritos una oportunidad.
 
Quedó de mostrado que para ganar algo hay que saber mostrar los dientes en la cara.  Ser inteligentes y creerse el cuento. Jugar con la convicción de que vas a pelear el título. Aferrarse al historial negativo no es el camino.  ¿Nunca ganaremos una Copa América? Quizás cuando dejemos de creer que es un torneo menor, podremos llegar a obtenerla.

Por: Vito Muñoz Ugarte