El adiós de un guerrero azul-grana
Los conspiradores se frotan las manos. Los gritadores de turno, los que maquinan tras bastidores se ponen los antifaces y suben el volumen de sus declaraciones, preparando la perorata de la mentira, mientras los francotiradores, agazapados, como hienas en la noche, preparan el doloroso mordisco final. La pesadilla está lista. La veremos la próxima semana.
El equipo ingobernable está delirando, con una fiebre que no la baja nadie. Volvieron los fantasmas del 2008, donde el desgobierno, las ambiciones de poder y los ofrecimientos de película-ciencia ficción de terror, le dejaron a la “AKD” sin respiración, provocando un derrame cerebral del que no ha podido salir hasta hoy. El coma general es el peor resultado de la presencia de inescrupulosos y sinvergüenzas que dejaron su huella de perversidad y crueldad en el equipo representante de la ciudad más linda del mundo.
Y si Joselito Cobo llama a elecciones es porque ya se hartó. Porque no puede terminar su vida junto a personajes que lo único que desean es desestabilizar, con un trabajo imperceptible que viene desde el exterior y que funciona todas las semanas con sentencias y cobros económicos hacia el banco “DQ”, con la mirada complaciente de quienes pusieron la última palada, la del exterminio, hacia una institución que ha luchado desde hace 8 años atrás contra los pésimos manejos económicos, la incertidumbre, el malestar y la desilusión de miles de hinchas que miran con dolor las incautaciones de taquillas y la maquiavélica conspiración de “hinchas fanáticos” que quieren apoderarse de la sagrada azul-grana.
Y se va, con razón, un ser humano con sangre de guerrero y corazón valiente. Joselito Cobo Bernal, deja un halo de honestidad, de trabajo, de consistencia administrativa, de esfuerzo económico, de buen trato a los jugadores, de conciencia humana y respeto hacia una hinchada que lo va a extrañar. Váyase tranquilo buen hombre, usted cumplió, usted mostró que mientras haya corazones fuertes, habrán guerreros para la batalla final.
Recuerdo a ese Deportivo Quito campeón 1964 y 1968, donde todos, de verdad, apoyaban a los jugadores, trabajaban con honestidad, ponían de corazón los respetables y queridos sucres, sin reclamar después ni un solo centavo, ni firmar letras o cheques posfechados, ni ser intermediarios en las contrataciones de los jugadores para ganar las suculentas comisiones, algo común hoy, por la desfachatez y sinvergüencería de muchos, que hoy se han enquistado en la dirigencia del equipo de la ciudad.
Y la triste historia recuerda desde el 2008, salarios atrasados a jugadores, cuerpos técnicos, falta de convenios de pago con los acreedores, jugadores “cabecillas” cancelados por boicot, indisciplina, bajo rendimiento por falta de pago, decisiones fatales (subida de sueldos convirtiéndolos en millonarios al calor de los títulos y los tragos), pago de premios a jugadores (hipotecando derechos de TV por los años siguientes a los festejos), pugnas permanentes entre directivos y jugadores, paralizaciones de jugadores, supuestos fideicomisos, juicios que se ventilaron en la más absoluta reserva que después, en sentencia, aparecieron con suculentos pagos, polémicas internas, abandono de jugadores de las concentraciones, pésimos arreglos con jugadores al momento de firmar contratos anuales, crecimiento espectacular del déficit económico, falta de transparencia en los manejos con la SEK, dirigentes que saltaron del barco mientras este se hundía, unos, otros que no pusieron ni un dólar permitiendo que el reglamento se coma los puntos y lleve a la institución al cadalso desde donde milagrosamente reflotó como el Ave Fénix, que ahora no solo está desplumada, sino que huele a cenizas; pagos atrasados al SRI, Asociación de Futbolistas Profesionales, IESS, incautación de taquillas, acreencias del club que superan el 200%, primas de jugadores no canceladas, técnicos que demandan al club por falta de pago. Las mil plagas están ahí. Falta el antídoto para exterminarlas.
Que sea la historia la que juzgue la presencia de personajes poco recomendables en el fútbol del D. Quito, que se incrustaron en una actividad que necesita hoy más que nunca calidad humana, profesionalismo y honradez.
Que sea la historia la que señale a los verdaderos culpables de antes, hoy pululando por la noche, porque no tienen la valentía cuando sale el sol, cuando hay claridad, para rendir cuentas a sus hinchas, que reclaman altivamente la explicación de todos los dineros que pasaron por sus manos y que nunca fueron transparentados con facturas y contratos reales.
La historia de este Corazón Valiente (Joselito Cobo Bernal) tiene un final feliz. El ejemplo de buscar los objetivos hacia la consolidación de una organización con sentimientos nobles y de gran acción social hacia la totalidad de los jugadores; el proceso activo de satisfacción grupal con liderazgo a través de la motivación y las charlas de amistad, serán los mejores antecedentes para pensar que pueden venir días mejores siempre y cuando la carroña y la pestilencia dejen Carcelén por siempre y para siempre.
Por: Gonzalo Melo Ruiz