¡Dios te pague Papá!
Han pasado 2 años y nueve meses de una lucha espectacular, tortuosa, sin concesiones y solo al final feliz. Tras superar la extenuante e infernal segunda categoría del 2012, ganando tres campeonatos (provincial, zonal y nacional de ascenso), jugando en esa disputa 42 partidos, ganando 31, empatando nueve y cayendo en tan solo dos ocasiones; anotando 86 goles y recibiendo 21, sumando 102 puntos, todo un record.
En la serie “B” del año 2013 el “expetrolero” cumplió una modesta campaña actuando en 35 encuentros, de los cuales triunfó en 18, empató 5 y cayó en 12 ocasiones.
Pero llegó el 2014 y tras una batalla de 44 episodios se ha ganado el importante cupo a la categoría “A”, como campeón indiscutible de la serie “B” y todos con orgullo, flamean la bandera, la del pueblo humilde y trabajador, que tiene la fe inquebrantable para trabajar y sonreír.
DE LAS TINIEBLAS AL ARCO IRIS
Aucas bajó a Segunda Categoría el sábado 24 de octubre del 2009. El infierno es el sitio más cercano en este camino azaroso del querido equipo del sur de Quito. Las tinieblas cobijan con sus temibles tentáculos a los ídolos y los gandules pululan por las noches por miedo a la reacción del pueblo, que los buscan para pedirles cuentas y castigarlos por el nefasto movimiento económico que tiene al equipo en la bancarrota total.
Cuando llega el fatídico mes de octubre del 2006 y las lágrimas de miles de auquistas inundan el “Fortín del Sur”, masticando desengaño, desilusión y castigo, aparece la desgracia institucional con toda su crueldad y es el epílogo para completar la suma de todos los males.
Milagrosamente, un 12 de abril del 2012, como enviado celestial llega a Sociedad Deportiva Aucas Ramiro Gordón Salcedo, junto a su familia Doña Nancy Salazar y sus hijos, Mónica, Stalin, Paola y Viviana , conformando un equipo de manos limpias, inteligente y trabajador.
Y sin cuentos ni lamentos inicia la nueva historia del equipo más querido de Quito. Contrató a Juan Ramón Silva, un maestro forjador de campeones, junto a Darwin Veloz, Fredy Bone, Omar Vilema y Omar Cisneros, profesionales inteligentes que junto al querido “Chef” José Narváez, se convirtieron en los forjadores de la nueva historia de Aucas.
Y ante 35.000 espectadores, con un estadio Olímpico Atahualpa, vestido de frac amarillo y chistera roja, se consumó el proyecto de la siempre querida y nunca olvidada Mónica Gordón Salazar: el retorno a la serie A”, tras empatar 1-1 con el atrevido Liga Deportiva Universitaria de Portoviejo.
Fue un domingo 16 de noviembre del 2014. La historia queda escrita con letras de oro, como el color de la camiseta del equipo más querido de Quito. Y para que no quede duda de lo obtenido, con varios emergentes, se sumó un punto más al empatar 1-1 (gol de Omar Pilataxi-min 69) con el Espoli.
LA REALIDAD
La institucionalización es una realidad y el sueño de llevarlo al sitio de privilegio que le otorga su pueblo, en la época amateur, crea la idolatría en el fútbol de Pichincha, hoy es el talismán de felicidad y triunfos.
El trabajo mancomunado de jugadores, cuerpo técnico, hinchada, auspiciantes y entrañables amigos, es la base de unión y éxito del equipo popular y aplaudido en todas las canchas del Ecuador. Después transitar por caminos de herradura en la segunda categoría, después de tres años de sueños e ilusiones, vence todas las dificultades de una extenuante competencia, donde las hinchadas hostiles quieren bajar el ánimo victorioso de los jugadores, donde las canchas en mal estado conspiran al espectáculo que ofrece en todos los escenarios de competencias de la provincia y país.
Tras bastidores prestan su valioso contingente profesional y anímico Oswaldo Paredes, Gerente; Roberto Perrazo, Gerente Técnico; Manolo Illezcas, Gerente de Operaciones y Raúl Betancourt, quienes son partícipes directos del éxito del 2014, es decir el ascenso a la serie “A”.
La filosofía de lucha, de pensamientos altruistas para consolidar a las familias de jugadores y cuerpo técnico, entrega aquel crecimiento social e intelectual que solamente se da en las personas que dirigen conglomerados con la cabeza y el corazón. Y en ese aspecto, Aucas es el ejemplo de pulcritud, unión y a un equipo de amigos nadie le gana.
Dios quiera que en el 2015 todos sientan que los sueños se pueden hacer realidad si hay solidaridad, estabilidad y ganas de llegar al sitial más alto del fútbol ecuatoriano.
¡Dios te pague Papá!
Papá, mama, hijos, sobrinos, tíos, primos, abuelas, abuelos, suegros, suegras, cuñadas, yernos, nueras y mascotas, todos vestidos de oro y grana, juntos en la Casita del Sur, donde tantas veces se lloró y se gozó, se convierten en la fuerza inexpugnable del fútbol, difícil de vencerla o detenerla.
El sitio es ideal para dar rienda suelta a la imaginación de llegar otra vez al festejo infinito del campeonato. No hay término medio. Desde ese puente todo se mira y se entiende. La pasión se desata llegando con fuerza hacia las fronteras del éxtasis. Lo que pasa en la cancha es una simple excusa para treparse a la fiesta dominical y continuarlas en los vestuarios repletos de jolgorio con nubes amarillas llenas de delirio.
Es que la pasión nace por los de antes y los de hoy. Aunque todo cambie, el arte que tuvieron para esconder la pelota, desde Gianella hasta Pocito, desde Pinto hasta Berrueta, sigue siendo el elemento fundamental, la esencia de Aucas, la calidad y la garra eterna
Entonces viene el estilo, aquel que muestra a once combatientes que se preparan siempre para la victoria. El fútbol sin concesiones, aquel que se lo juega sin magia ni verso: cuatro para defender, dos volantes para recuperar, dos para crear, junto a dos arponeros temibles y eficaces.
Dicho así parece hasta simple el concepto de victoria, porque no hay fútbol sin dinamismo, sin ocupación de espacios, sin provocar sorpresas, sin aunar a los 11 jugadores detrás de un concepto fundamental: todos tienen algo que hacer para defender y todos tienen una obligación para
atacar.
De esto se trata, pueblo querido, bella gente, niños pintarrajeados portando enormes banderas, corazones nobles y acelerados que palpitan permanentemente en aquel partido de convicciones y resultados, junto a penachos de los más hermosos colores de nuestra exuberante Amazonía y matracas que retumban el firmamento de la patria.
Por eso, todos los domingos, los de arriba y los de abajo se preguntan ¿Si esto no es fútbol? ¿Qué es? Aquellas 200 pulsaciones por minuto tienen una sola explicación: ser hincha del Aucas es algo maravilloso, porque todo lo que se mezcla en un partido: lágrimas, angustia, sufrimiento, dolor, esfuerzo, coraje, banderas, gargantas roncas, papel picado y gritos destemplados, se asemejan a aquella sociedad de poetas, con apellido común y magia singular.
De esto se trata hermanos queridos. De contar la historia de estos días, escrita por un equipo que aguanta, que lucha, que gana, que emociona a su gente. Y si tiene alguna duda, dese vuelta por las latitudes auquistas y compruebe que el Fortín del Sur, es un mundo de paz, es un pedazo de historia, es una pasión de cuerpo y alma, bajo el mando incomparable de una familia, manto sagrado de la unidad nacional.
¡Dios te pague Papá! Haz vuelto al olimpo del fútbol. Que permanezcas ahí toda la vida, junto a la eterna historia de los gladiadores y vencedores. ¡Que así sea ¡
Por: Gonzalo Melo Ruíz