Universidad de Chile en quiebra y al borde del colapso.
El Universidad de Chile, uno de los equipos más populares de este país, estaba al borde del colapso, en situación de quiebra, con sus jugadores en rebeldía y sin plantilla para afrontar el próximo fin de semana su debut en el Torneo de Clausura.
Los jugadores se negaron a firmar las planillas de los sueldos del pasado junio, que no han recibido, por lo que el equipo arriesga la pérdida de quince puntos.
Tampoco puede hacer debutar a sus refuerzos, pues para inscribir nuevos jugadores los clubes no deben tener deudas con sus jugadores.
En ese contexto, el técnico Gustavo Huerta dijo que sólo cuenta con cinco jugadores profesionales para el partido del próximo domingo con el Palestino, en la segunda jornada del Torneo de Clausura y, a la desesperada, piensa incluir a varios juveniles, entre ellos hasta un sub'17.
Tras haber llegado a la final del Torneo de Apertura, que perdió en definición a penaltis ante el Colo Colo, los dirigentes de la U se propusieron como objetivos el título del Clausura y la clasificación a la próxima Copa Libertadores.
Pero vino la quiebra, decretada por una millonaria deuda con el Fisco, y el síndico designado, José Manuel Edwards sólo pudo asumir la administración el pasado 12 de julio, un mes y medio después de decretada la medida, a causa de una lluvia de recursos dilatorios presentados ante la Justicia por los dirigentes.
El síndico despidió a unos 80 funcionarios, se incautó de los bienes de la institución y anunció a los jugadores una rebaja de sueldos del 18 por ciento, además de aclararles que por ley no puede pagar los sueldos atrasados, sino sólo desde el 12 de julio.
La plantilla rechazó las rebajas de sueldos y se niega a jugar sin recibir los pagos atrasados, lo que tiene al club metido en un callejón sin salida.
Como corolario, su máximo referente, Marcelo Salas, no ha renovado su vínculo y dejó entrever, en su página web, que sólo lo hará cuando se resuelvan los problemas.
El Matador respaldó a los jugadores y criticó al síndico, a quien acusó de ser poco concreto, tanto en lo que se refiere a su renovación como en lo que respecta a la situación de la plantilla.
Yo soy y me siento un hincha más de la U y siempre querré ayudar al club, pero una cosa muy distinta es que yo salga a conseguirme el sueldo, afirmó Salas.
Creo que es función de los dirigentes, síndico o el representante legal que tenga el club, conseguir las condiciones económicas mínimas para que todos los jugadores del plantel puedan estar tranquilos y rendir, añadió.
El síndico ha dicho que comprende a los jugadores porque antes les hicieron promesas incumplidas, pero reiteró que él debe actuar conforme a la ley de quiebras.
Insistió al mismo tiempo que desea la continuidad del club y que tiene confianza en que en el mediano plazo se resolverán los problemas, pero para eso necesita la colaboración de todos.
Según la ley, el síndico obedece a la junta de acreedores, que es la que determina si la institución es viable o no, con la facultad legal de ordenar su liquidación si se establece que los problemas para hacerla funcionar son insolubles.
En este último caso, se liquidan los bienes y se reparte el dinero obtenido entre los acreedores, según un orden también establecido en la ley.
En caso extremo, los jugadores deberían ponerse a la fila para cobrar, si la plata alcanza.