Kaká, obrero incansable que salvó con magia el debut brasileño.
Kaká trabajó, corrió, colaboró en defensa y, en un momento mágico, con un gol impresionante, salvó el debut de un Brasil que estaba teniendo muchísimos problemas con Croacia.
Su gol tuvo el sello propio de Brasil ya que, pese a ser un remate desde fuera del área, no fue un disparo desesperado y su virtud no estuvo en la fuerza sino en el sitio donde Kaka puso la pelota con precisión implacable.
Kaká tomó el balón cerca del área, levantó la cabeza, pareció decidir donde quería que fuera la pelota y allí la mandó, con la parte exterior de su bota izquierda para resolverle a Brasil un partido empantanado que estaba impacientando a la torcida y vencer al hasta ese momento inexpugnable Stipe Pletikosa.
El gol, sin embargo, no fue lo único que aportó Kaka a la victoria brasileña sino que no le pesó ponerse el modo de trabajo cuando Brasil perdía el balón y entraba en la tarea de recuperarlo, que es lo que menos le agrada de cuantas cosas tienen que ver con el fútbol.
Con su actuación de hoy, el jugador del AC Milan le dio la razón a quienes ven en él a uno de los cuatro magníficos de Brasil e incluso a quienes van más allá y lo ponen, en cuando a la importancia que tiene para el equipo, a un mismo nivel con Ronaldinho.