La angustia del seleccionador brasileño.

Enviado por roberto el Mar, 06/06/2006 - 11:26

Pocas personas del mundo del fútbol viven más angustiadas en un Mundial que el entrenador de la selección favorita.

Si, además, la selección es Brasil, la angustia se combina con la seguridad de que, si se fracasa, es mejor que el técnico medite si le conviene regresar inmediatamente a casa o son preferibles unas largas vacaciones.

Los hinchas brasileños -exagerando, los 170 millones de habitantes del país- son los más exigentes del mundo: no sólo quieren que la canarinha gane la Copa, también quieren que lo haga con buen fútbol, el llamado jogo bonito.

Los técnicos más presionados suelen ser los de las selecciones que han ganado alguna vez el Mundial. Las presentes en el torneo que empieza el próximo sábado son Brasil (cinco veces), Italia (tres), Alemania (tres), Argentina (dos), Francia (una), Inglaterra (una).

Pero por encima de todos, y sin que le sirva de consuelo la compañía del resto, Carlos Alberto Parreira llega al Mundial de Alemania más presionado que nunca por una razón muy sencilla: nadie duda de que Brasil ganará la Copa.

La confianza es tal que Pelé, con tres Copas Mundiales en su palmarés, considera que el principal rival de Brasil es Brasil, que equivale a sostener que la selección de Parreira no tiene quien le tosa.

Brasil, única nación que ha estado presente en las 18 Copas Mundiales, siempre es favorito, pero nunca antes fueron tan claras las encuestas que anticipan su éxito y no hay experto de fútbol que se atreva a dudarlo, mirando sobre todo al cuarteto atacante de lujo: Kaká, Ronaldinho, Adriano y Ronaldo.

Parreira, 62 años, que en 1994 condujo a Brasil al título en la final de los penaltis contra la pertinaz Italia, afronta el Mundial sin que nadie en casa cuestione su trabajo, algo insólito en el país que nació para el fútbol.

Sin duda le envidia Luis Felipe Scolari, cuyo fracaso en la Copa América de Colombia y la decisión de dejar fuera del Mundial 2002 a Romário le valieron un aluvión de críticas y de presiones.

Pelé no ahorró puyas, en una campaña implacable en la que participaron el actual seleccionador e incluso el entonces presidente de la República, Fernando Henrique Cardoso.

La venganza se sirve siempre en un plato frío y Felipao pudo saborearlo con la conquista de la quinta Copa. Y no dejó nada en el plato. Jamás ha hecho nada como técnico y no sabe nada de fútbol, dijo Scolari en referencia a Pelé.

En Brasil no se juega con la canarinha y los errores se pagan muy caro. No lo olvida el ex portero Emerson Leao, destituido cuando se encontraba en el aeropuerto de Tokio y se preparaba para regresar a Brasil tras el fracaso en la Copa de Confederaciones de 2001.

Consciente de lo que Brasil espera, Parreira reconoce que está obligado a ganar, entre otras cosas porque cuenta con los mejores jugadores del mundo.

La victoria es una imposición, dijo en mayo. Un mes más tarde, la prensa parece invitarle a que no olvide esa máxima. Estamos listos, fue el titular más repetido en los medios después de que la selección derrotara por 4-0 a Nueva Zelanda el pasado domingo.

Les faltó añadir para ganar. Parreira sabe que sólo le esperan en Brasil con la Copa del Mundo en la mano. Se comprende que padezca la angustia del entrenador de la selección favorita.