Messi Cristiano Barcelona (Resumen del año)

Enviado por andre el Lun, 21/12/2009 - 11:26

Leo Messi y el Barcelona ganaron todo lo imaginable durante 2009. Todo. Cristiano Ronaldo fue el actor principal de la mayor operación mercantil de la historia del fútbol y se convirtió, de paso, en el símbolo de la reconstrucción galáctica. El año, para los tres, fue de película.

El fútbol (Barcelona), sus mitos (Cristiano y Messi) y su irresistible magnetismo mediático relegaron de nuevo a un plano secundario las gestas anuales de Usain Bolt, Roger Federer, Alberto Contador o Rafael Nadal. Incluso las del equipo español de Copa Davis, que ganó su segundo título consecutivo y cuarto de su historia, o el anillo NBA de Pau Gasol.

El Barcelona basó su inolvidable temporada en cinco días de mayo. El 2 arrasó el Bernabéu con seis goles -dos de Messi- y puso fin tanto a la persecución alocada del Real Madrid como a los tres años de presidencia de Ramón Calderón. Cuatro días después se clasificaba para la final de la Liga de Campeones con un milagro por la escuadra de Andrés Iniesta al Chelsea.

Messi, un jugador mayúsculo que actúa en el mejor equipo posible para sus características, fue la imagen de marca del Barcelona de los seis títulos, obtenidos básicamente a partir de un fútbol que aúna espectacularidad y eficacia. Justo lo que representa el delantero argentino.

Cristiano Ronaldo, un jugador superlativo proclive a sobreactuar, entregó el testigo de los premios individuales a Messi, y su entonces equipo, el Manchester United, el de los colectivos al Barcelona en la final de Roma, pero su impacto deportivo e icónico le devolvió rápidamente al primer plano.


El retorno de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid, en un periodo económico que desaconsejaba las transacciones de alto riesgo, fue abrumador. En pocos días la segunda versión galáctica se construyó con casi 300 millones de euros para lo más selecto y caro del mercado: Kaká, Karim Benzema y, sobre todo, Cristiano. Sólo éste supuso la tercera parte del gasto.

 

El nuevo proyecto del Real Madrid, con el chileno Manuel Pellegrini de técnico, parece haber relegado al olvido la afrenta del 2 de mayo, la estrepitosa eliminación europea ante el Liverpool y cualquier secuela del régimen anterior. Con todo, el "trienio negro" dejó como legado dos títulos de Liga, Gonzalo Higuaín y Lass Diarra.

Los Mundiales de atletismo se atuvieron al guión y volvieron a ser cosa de uno. La sombra que proyecta Usain Bolt desde sus casi dos metros apenas deja ver en el estadio otra cosa que no sean sus portentosas carreras y el jolgorio con que las rodea, antes de apalancarse en los tacos de salida y, sobre todo, después. El resto de lo que sucede tiene un interés menor.

En Berlín, el jamaicano incluso superó la proeza del anterior año en los Juegos de Pekín. Sin dejarse ir en el tramo final de las carreras como solía hacer, Bolt ganó el oro en 100, 200 y el relevo corto. Todos con plusmarcas mundiales estruendosas. Todos con la mejor de sus carcajadas.

El regreso de Lance Armstrong introdujo, como se suponía, un elemento perturbador en el ciclismo en general y en el equipo Astaná en particular. La coartada del retorno fue dar publicidad a su Fundación y ayudar a Alberto Contador a ganar su segundo Tour, pero los motivos reales probablemente solo obedecían a su ego, a juzgar por su actitud.

Contador no tardó en advertir que el dinosaurio no sólo no se había movido de allí, sino que iba a ser algo peor que un mal sueño. En el Tour, Armstrong maniobró como si él fuera el líder y su apoyo fue cuanto menos dudoso. Acabó tercero -con 37 años y tres de inactividad- y dedicando en el podio una mirada significativamente hostil al español. Sus padrinos les han fijado una cita, ya cada uno en su sitio, para el 2010.

 

Rafael Nadal y Roger Federer intercambiaron sus posiciones respecto al ejercicio anterior. El suizo regresó a su lugar natural, el número uno, pero empezó la temporada con una explosión emocional insólita. Perdió con Nadal la final del Abierto de Australia y se derrumbó entre lágrimas en el momento de la entrega de premios.

Más allá de que Federer haya presentado un balance humano, con solo cuatro títulos y doce derrotas, lo relevante en la campaña del suizo fue que resolvió su problema psicológico con Roland Garros, donde Nadal cayó en octavos. Y semanas después recuperó su trono en Wimbledon.

A Rafa Nadal los percances físicos le impidieron defender el título en Londres. Bastante tuvo con resistir el asedio al que le sometieron durante todo el año Novak Djokovic y Andy Murray. El triunfo de Nikolay Davydenko en el Masters de Londres y el de Juan Martín del Potro en Flushing Meadows avalan el nuevo estatus. Lo que antes era un asunto bilateral ahora concierne a, como poco, seis tenistas.

Messi, Cristiano y el Barcelona comparecieron juntos en el momento supremo del año, la final de la Liga de Campeones, en Roma. Haendel atronó en honor al Barcelona, su fútbol de alta definición y su año de cine. A Ronaldo la munición le duró veinte minutos. Leo Messi marcó el último gol, de cabeza, ante un portero de casi dos metros. En la final del Mundialito de clubes lo hizo, en el último momento, con el escudo de la camiseta. Lo que faltaba. 2009, El Año de "La Pulga". EFE