Otra alegría.
Pocas ocasiones nuestro país tiene motivos para disfrutar de una enorme alegría, pocas son la oportunidades en que podemos paladear el triunfo y contar con satisfacciones que nos llenen de orgullo y que levanten la autoestima de los ecuatorianos. En este año, el deporte, sí señores, el deporte, ha sacado la cara por nuestro país. En nuestro lindo y querido país, en el que lamentablemente campea la corrupción y en el que hacemos noticia al mundo entero por ser los campeones mundiales de la corrupción, en donde la mayoría de los políticos nos llenan de vergüenza y frustraciones, es el deporte el que se levanta limpio y transparente, para trascender más allá de las fronteras y volver a hacernos felices, aunque sea por un instante, y orgullosos de haber nacido en esta tierra digna de mejor suerte.
Hace algo más de dos meses, la actuación de la selección nacional, en el mundial de Alemania, enloqueció al país con su clasificación histórica a los octavos de final, del evento deportivo más grande del planeta. En el mes de mayo, Jefferson Pérez, el deportista más grande de todos los tiempos, volvió a dar una demostración de su grandeza, capacidad y espíritu de lucha, logrando el segundo lugar en el campeonato mundial de marcha escenificado en La Coruña, España. El último fin de semana, el culpable de esta otra gran alegría para los ecuatorianos, es un muchacho humilde, como casi todos los deportistas del país, un muchacho que creció conociendo muy de cerca lo que es la necesidad y el hambre, pero que dentro de esas limitaciones materiales, creció feliz y soñando en algún día ser grande e inscribir su nombre dentro de la historia de nuestro deporte.
Hugo Chila, 18 años de edad, nacido en el cantón de Santo Domingo de los Colorados, empezó a escribir su historia y a recoger los primeros frutos de su trabajo, entrega, sacrificio y talento, en tierras muy lejanas, en Beijing, China. En el mundial juvenil de Atletismo, alcanzó la medalla de plata en el salto triple, un vicecampeonato del mundo que tiene aroma y sabor a hazaña, que nos llena de orgullo y que debe comprometer a todos, gobernantes, dirigentes, empresa privada, aficionados y periodismo para apoyar a estos talentos, a jóvenes que con su capacidad invitan a soñar en un deporte y en un país mejor. Actuaciones como la de Hugo Chila, deben convertirse en la mayor motivación para creer en lo nuestro, para confiar en la capacidad del ecuatoriano. Las performances de los Pérez, Tenorios, Delgados y Chilas, ecuatorianos sencillos, humildes, que han tenido que forjarse junto a la necesidad, gracias a sus actuaciones han logrado situar el nombre del país en lo más alto, y a través del bendito deporte se han convertido en orgullo y ejemplo para las nuevas generaciones, que pueden construir un país con mentalidad de ganadores.