Los favoritos verán la final por la tele.
El Mundial de Alemania 2006 termina con una final que jugarán dos selecciones europeas que han sido campeonas del mundo, sin que ninguna de ellas haya acudido a esta cita como favorita.
Esta vez no está Brasil en la final, lo cual es toda una novedad después de tres mundiales consecutivos con su apreciada participación en el partido decisivo.
Por el peso específico de sus estrellas, por su condición de quíntuple campeón y porque atrae el hecho de que sea protagonista de una final, la primera favorita en esta ocasión fue otra vez Brasil, eliminada en cuartos por Francia, que parecía distraída en los trámites de jubilación de Zinedine Zidane, su jugador clave.
Ronaldinho era llamado a ser el futbolista del Mundial, proyectado a esa candidatura por los éxitos clamorosos, individuales y colectivos, alcanzados por el Barcelona en la temporada 2005-2006, pero no levantó vuelo y Thierry Henry, con un golazo al mejor estilo de Ronaldo, le cortó las piernas, como suele decir Diego Maradona.
La segunda candidata, sin demasiadas razones más que la de ser local, ha sido Alemania, que tambaleó al jugar frente a Argentina, su primer rival duro después de cuatro partidos en los que careció de relieves. Y pasó con penaltis.
El choque ante Italia en semifinales rompió la ilusión alemana, apoyada en el azar, en algún destello de Klose o en un error del rival. Italia no se equivocó en nada, el goleador alemán tocó poco el balón en el partido jugado en Dortmund y el billete premiado de la lotería no lo tenía en su poder Jürgen Klinsmann.
Inglaterra siempre está entre los equipos con posibilidades de luchar por algo importante en el torneo que sea. También en éste, pero el ciclo de Sven Goran Erikkson como seleccionador ha terminado sin pena ni gloria mientras que el jugador emblemático del equipo, David Beckham, continúa jugando con el piloto automático encendido y el freno de mano puesto.
España, que amagaba con superar todo lo hecho hasta ahora en la máxima competición de la FIFA, siempre tenía dificultades en las primeras fases, pero en 2002 y 2006 pasó con autoridad ganando los tres encuentros.
Estaba para llegar lejos, pero chocó con Francia, la del casi jubilado Zidane, y se despidió en octavos sin dejar huella y sin superar su mejor actuación en los mundiales que se remonta a 1950.
Argentina no llegó al Mundial con candidaturas, pero bastó que ganara en el debut y que en el segundo partido goleara a Serbia y Montenegro (6-0) para que se situara rápidamente entre los que parecían tener más posibilidades que otros para alzarse con la Copa del Mundo.
Su seleccionador José Pekerman decía que había trabajado dos años para reducir al mínimo la cuota de azar en la que se apoya un equipo en última instancia. Y cuando dependió del azar en la tanda de penaltis ante Alemania en cuartos, perdió, porque Lehmann, que paró dos, es alemán.
Llega Italia a la final, y muchos de los que no lo tenían en cuenta concluyen en que los italianos nunca deben dejar de estar bajo consideración. Ningún rival les ha marcado un gol (sólo encajó uno en propia meta, alcanzaron a jugar el partido perfecto frente al anfitrión y enmudecieron a Alemania.
Llega Francia a la final, demostrando que Zidane se retira porque los grandes futbolistas lo hacen cuando se les antoja.