Alemania busca recuperarse de los excesos del partido contra Argentina y ha dedicado el día básicamente a medidas de regeneración a la vez que empieza a pensar ya en su rival más temido, Italia, que le ha tocado en suerte en semifinales.

El tiempo hasta el martes es muy poco y los jugadores ayer lo dieron todo, dijo hoy el manager de la selección, Oliver Bierhoff.

Hemos conseguido algo grande, pero para alcanzar nuestra meta de ser campeones del mundo todavía tenemos que ganar dos partidos difíciles, añadió.

Pese a los logros del equipo, como la euforia que ha desatado en todas las ciudades de Alemania o el respeto que ha recuperado para el fútbol alemán, y que Bierhoff califica de únicos, el manager subrayó que el objetivo todavía no está logrado.

Lo que ha logrado este grupo de jugadores ya es algo único si se piensa en lo jóvenes que son muchos y en los progresos que han hecho. Pero es importante que ganen títulos porque el valor de un equipo se mide por ellos, dijo.

Las celebraciones por el triunfo ante Argentina, que empezaron en el vestuario y siguieron luego con una cena en el hotel con las familias de los jugadores, han dado paso hoy a un día de regeneración en el que los jugadores hicieron una práctica en el gimnasio y luego han estado en el hotel en diversas actividades.

Algunos -según Bierhoff- han estado con sus familiares y otros se han estado tratando de algunas secuelas físicas que dejó el duelo contra Argentina al que se trata de archivar para empezar a pensar con plena concentración en Italia.

Italia ha sido históricamente el rival que más dolores de cabeza le ha dado a los alemanes- la semifinal de 1970 y la final de 1982 son dos ejemplos de ello- y además marcó en su momento la hora más baja de la era del seleccionador Jürgen Klinsmann con una contundente goleada en un amistoso en Florencia por 4-1.

Hoy, Bierhoff recordó como tras esa goleada muchos había querido enviar a casa a Jürgen Klinsmann antes de que empezara el Mundial.

Nosotros, en cambio, no dejamos de creer en el potencial del equipo. Tal vez ese partido (el 1 de marzo pasado) fue importante para que desarrolláramos un poco de ira pero ahora está olvidado, dijo el ex internacional.

Para Bierhoff, el 4-1 encajado ante Italia en la preparación no es un parámetro válido pues Alemania ha progresado mucho desde entonces, como se vio en el partido ante Argentina.

El centrocampista Torsten Frings, por su parte, descarta que el martes puede volver a ocurrir una catástrofe similar ante los italianos.

Ahora somos mucho más sólidos, estamos fuertes mentalmente y físicamente en forma. No nos puede volver a pasar algo así, dijo Frings.

Es claro que en aquel partido jugamos mal, que luego recibimos muchas críticas que en buena parte fueron justas porque nuestra primera media hora fue desastrosa. Pero desde entonces hemos crecido mucho y el tema está olvidado, agregó el jugador.

Frings también fue interrogado acerca de lo que significaba para Alemania el haber puesto fin a su llamada serie negra -con seis años sin derrotar a un grande del fútbol- con el triunfo frente a Argentina en los penaltis.

Naturalmente, estamos satisfechos de haber sacado del torneo a un equipo fuerte y al que muchos consideraban como el más fuerte del torneo. Pero la llamada serie negra no nos interesó nunca. Nuestra meta fue desde el comienzo ser campeones del mundo y sabíamos que para ello tarde o temprano tendríamos que derrotar a un grande, dijo el jugador.

Tanto Frings como el lateral Arne Friedrich consideran que Alemania tiene buenas posibilidades ante Italia, si juega con la misma concentración y con el mismo nivel que mostró ante Argentina.

Si jugamos como contra Argentina, tenemos todas las posibilidades de derrotar a Italia, dijo Friedrich.

La victoria contra Argentina, según Frings, ha aumentado la confianza del equipo en si mismo que ya antes era bastante grande y eso permite, dijo el jugador, mirar con optimismo hacia el duelo ante Italia.