Dos intrusos en el Club de Campeones.

Enviado por roberto el Mié, 28/06/2006 - 10:40

Brasil, Alemania, Italia, Argentina, Inglaterra y Francia, que acaparan en conjunto 15 de los 17 títulos mundiales, se han dado cita en el Club de Campeones para dirimir los cuartos de final de Alemania 2006 junto a dos intrusos, Portugal y Ucrania, que se colaron de rondón en el Sancta santorum.

Siete equipos han ganado la Copa del Mundo a lo largo de sus 76 años de historia y sólo uno, el ausente Uruguay, faltó a la llamada de los cuartos de final. Los celestes, en cruce con Australia por una plaza en el Mundial, fueron eliminados en noviembre pasado por los socceroos en la tanda de penaltis.

El Mundial de Alemania ha desterrado casi por completo la sorpresa. Seis de los ocho supervivientes tienen títulos mundiales y el programa, a partir de ahora, reserva a los aficionados grandes clásicos: el día 30, Alemania-Argentina; el 1 de julio, Brasil-Francia.

La agónica victoria de Italia sobre Australia en octavos (1-0 de penalti en el m.95) premió a los azzurri con el cruce teóricamente más fácil de los cuartos, frente a una debutante Ucrania que, dirigida por el legendario Oleg Blokhin, empezó siendo vapuleada por España (4-0) pero fue adquiriendo consistencia a medida que iba jugando partidos.

Portugal, el otro intruso en el Club de Campeones, se cruzará el primero de julio con Inglaterra. La mano diestra del brasileño Luiz Felipe Scolari condujo al equipo ibérico a su mejor clasificación en 42 años al tiempo que él mismo, como técnico, alcanzaba su undécima victoria consecutiva en un Mundial (7 con Brasil en Corea-Japón 2002, 4 ahora con Portugal).

Las semifinales prometen choques no menos espectaculares. La lógica, una ciencia no siempre reñida con el fútbol, reserva a Italia (teórica vencedora de Ucrania) un cruce espectacular, ya sea contra Alemania o Argentina.

Por el otro flanco, los cuartos rememoran la final de Francia'98 con un Brasil-Francia envuelto en clamores de revancha cuyo vencedor será el favorito en semifinales, bien sea contra Inglaterra o contra Portugal.

En 56 partidos, los que se han disputado antes de los cuartos, el Mundial de Alemania ha seguido con fidelidad asombrosa el camino trazado por la historia. Alemania circuló por la autopista del éxito, todos los cabezas de serie sobrevivieron a la criba de la fase de grupos, todos los campeones se metieron en cuartos y hasta España, eterna aspirante, encontró el prematuro adiós que parece tenerle asegurado el destino.

Alemania, tres veces campeona mundial, está a un paso de alcanzar su objetivo, el de llegar a semifinales, aunque ese obstáculo sea gigantesco: Argentina.

Bajo la dirección técnica de Juergen Klinsmann, Alemania, sin abandonar sus virtudes tradicionales (consistencia, solidaridad, trabajo, moral inquebrantable), ha adquirido un tinte ofensivo que agradece el espectador y, para colmo, le ha reportado victorias tan tranquilas como inapelables (4-2 a Costa Rica, 1-0 a Polonia, 3-0 a Ecuador, 2-0 a Suecia).

Alemania, Argentina y España ofrecieron el espectáculo futbolístico más gratificante en la primera fase, mientras que el campeón de campeones, Brasil, sesteó partido tras partido, amenizando la espera de los choques decisivos con polémicas estériles sobre el peso corporal de Ronaldo.

Dos partidos de Ronaldo con la pólvora mojada (contra Croacia y Australia) encendieron la luz de alarma en el campo brasileño. Se recrudeció el debate, en el que intervino incluso el presidente Lula da Silva, sobre los kilos de Ronaldo hasta que el fenómeno marcó dos a Japón, arrumbó la báscula y amordazó a sus críticos.

En octavos, contra Ghana, Ronaldo hizo su tercera diana en el presente Mundial, la que le convirtió en histórico goleador de goleadores de la Copa del Mundo con 16 tantos, superando, al cabo de 32 años, al alemán Gerd Torpedo Müller, y el futuro próximo concederá a Ronnie nuevas oportunidades de volver a ser el mejor artillero de una Copa del Mundo, como ocurrió en la anterior (8).

La fase de grupos, unida sin solución de continuidad a los octavos, ha refrendado la jerarquía mundial. Los grande han pasado, con autoridad y solvencia, a la ronda de los ocho mejores y sólo Italia lo hizo con la angustia que acostumbra a hacerlo.