El FC Barcelona tuvo que esperar un minuto para festejar la Liga.
El Barcelona se proclamó campeón de Liga en los vestuarios de Balaídos, un minuto después de terminar la primera parte de su encuentro ante el Celta y tras la derrota del Valencia a manos del Mallorca por dos goles a uno que conocieron por la radio.
Un minuto antes, el árbitro del Celta-Barcelona pitaba el fin de la primera parte del choque; Jugadores y cuerpo técnico se retiraban del césped sabedores de lo que se iba a producir pero sin explotar su alegría, apenas algún gesto contenido (los del banquillo mojaron a sus compañeros con las botellas de agua) a la espera de que se confirmase la noticia y rodeados por una nube de periodistas buscando sus primeras reacciones, comedidas.
Y es que se esperaba que los jugadores enfilasen el túnel conociendo lo acontecido en la isla balear pero el colegiado de Son Moix decidió prolongar el encuentro cuatro minutos lo que impidió la retirada triunfal de los jugadores de Barcelona.
El primero en celebrar el éxito, el presidente Joan Laporta quien literalmente saltaba de alegría dentro del palco presidencial del estadio vigués al hacerse realidad su segundo título liguero consecutivo: Ha sido el premio al esfuerzo, al trabajo bien hecho y al espectáculo, fueron sus primeras palabras en medio de la euforia.
En la grada los aficionados culés, cantaban el alirón del equipo al grito de ¡campeones, campeones! Ondeando al viento sus bufandas y banderas blaugranas; Pocos fueron, sin embargo, los que se desplazaron desde Cataluña hasta Vigo al tratarse de un día laboral, por lo que los cánticos alusivos se ahogaban entre la multitud.
También la afición celeste recibía de buen grado la noticia ya que el resultado les favorecía para sus intereses europeos, habida cuenta de que siguen peleando por la Liga de Campeones.
Sin embargo, sus expectativas de una posible relajación de los azulgranas se fueron al traste al poco de hincarse la segunda parte con el gol de Etóo, en el cincuenta y cinco, que de esta forma tuvo un doble motivo de alegría al dar un paso más para la consecución del título de máximo goleador.
El barca dominaba a placer el partido entre la euforia generalizada en el banquillo en donde se seguía el encuentro con absoluta tranquilidad y con el fondo de los gritos de sus aficionados, diseminados por todo el estadio, lo que ahogaba sus coros y con la mayor parte de ellos, alrededor de unos 300 en una esquina de preferencia.
Uno de ellos, vestido con la camiseta del equipo, saltó al césped de espontáneo en la segunda parte para dirigirse a junto de Xavi y decirle algo antes de que la seguridad del club vigués le retirase de buenos modos.
Con Ronaldinho en el banquillo con su ya clásica y famosa sonrisa llegó el pitido final con una agonía de dos minutos de agonía prorrogados.
El crack brasileño salió entonces corriendo en busca de su compañero Etóo con quien se fundió en un abrazo en el círculo central del campo ante una nube de periodistas. Rápidamente abandonaron el césped camino del vestuario donde se desató la fiesta blaugrana, como chapuzones incluidos, y no es para menos.