A tres meses del Mundial el fútbol alemán vive en crisis.

Enviado por roberto el Vie, 10/03/2006 - 09:36

A menos de tres meses del Mundial, el fútbol alemán se debate en una crisis producida tanto por el último amistoso de la selección, que cayó goleada por 4-1 ante Italia, como por los malos resultados de sus clubes en las competiciones europeas.

El Bayern fue humillado por el AC Milán, que lo apabulló por el mismo marcador con que había perdido Alemania ante Italia, el Werder Bremen cayó, aunque con dignidad, ante el Juventus y con ello Alemania se quedó sin representantes en cuartos de final en la Liga de Campeones.

En la Copa de la UEFA, tras las derrotas en los partidos de ida del Schalke, a manos del modesto Palermo, y del Hamburgo, a manos del Rapid Bukarest, la suerte alemana puede terminar siendo la misma que en la Liga de Campeones.

Esas dos semanas negras, esa debacle en tres entregas, según la expresión que han acuñado algunos medios alemanes, tiene para muchos causas remotas, como errores cometidos en la década de los noventa cuando se descuidó la formación de jugadores o el retraso en el desarrollo táctico y estratégico que ha tenido desde hace mucho Alemania con respecto a las otras grandes naciones futbolísticas europeas.

Sin embargo, otra parte de la opinión pública, encabezada por el diario Bild, se ha concentrado en darle palos al seleccionador actual, Jürgen Klinsmann, y lleva ya semana y media preguntándose si es el hombre correcto para el puesto.

El Bild ha animado a todo el mundo para que la emprenda con Klinsmann, el último ha sido Günter Netzer, que en la edición de hoy le formula la crítica que le formula todo el mundo: el hecho de que siga viviendo en California a menos de tres meses del Mundial.

El único que ha pedido abiertamente la dimisión de Klinsmann ha sido Stefan Effenberg, que quiere ver a Ottmar Hitzfeld en el cargo.

El presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Theo Zwanziger, ha tratado de eliminar todo germen de discusión en torno a la continuidad de Klinsmann hasta el Mundial y ha dicho que cambiar de seleccionador a estas alturas sería una idea de borrachos.

De cara al Mundial, hay quienes no pierden por completo las esperanzas de una buena presentación pese a las recientes catástrofes. Franz Beckenbauer, por ejemplo, ha señalado que la selección juega mal a domicilio pero que en la Copa de Confederaciones ya mostró que en casa juega mejor y recordó que afortunadamente en todos los partidos del Mundial seremos locales.

Seleccionadores de otros países tampoco se atreven a descartar a Alemania para el Mundial. El propio Marcelo Lippi, pocos días después de que su equipo le dio el varapalo a Alemania, dijo que seguía viendo al equipo de Klinsmann entre los favoritos.

Casi simultáneamente, el seleccionador brasileño Carlos Alberto Parreira mencionó a Alemania entre los seis o siete equipos que en su concepto pueden ganar el Mundial.

Sin embargo, en Alemania lo que hay es cierto escepticismo que es muy fácil de alimentar puesto que es la tónica que han tenido los alemanes con respecto a su fútbol al menos desde 1998.

Tras la eliminación en cuartos de final en el Mundial de 1998, surgió una gran discusión sobre el futuro del fútbol alemán centrada en errores que se venían cometiendo en la formación de jugadores y en el atraso táctico de los alemanes que se resistían a las innovaciones que venían de otros lugares de Europa.

En 2000, con la catástrofe de la Eurocopa de Bélgica y Holanda, la discusión se agudizó y, tras un intermedio de esperanza generada por la llegada a la final del Mundial de 2002, volvió a caerse en la depresión tras la Eurocopa de 2004.

En ese momento hizo su entrada en escena Klinsmann que causó júbilo en su primer año, que culminó con la euforia de la Copa de Confederaciones durante la que los alemanes empezaron a adorar el fútbol ofensivo de su selección pese a que en la retaguardia ya en ese torneo su equipo cometía un error detrás del otro.

El segundo año de la era Klinsmann, sin embargo, ha generado una decepción detrás de la otra y el punto más bajo ha sido la goleada ante Italia.

Ese bajón ha permitido que los críticos de Klinsmann enfilen batería, que se olvide el júbilo del primer año y que titulares como Klinsi, maravilloso, ¿qué has hecho con nuestro jugadores? se reemplacen por otros que muestras al seleccionador como poco menos que un payaso arrogante.

En la calle, lo que se oye es la vieja historia de que lo que pasa es que los jugadores ahora ganan mucho dinero, por lo que no luchan en el campo como en los tiempos de Fritz Walter y a Klinsmann también se le echan en cara sus ingresos y sus vuelos en primera clase a Los Angeles.