Juan Carlos Ferrero recupera su pundonor.
Juan Carlos Ferrer parecía perdido, sin esa chispa que hace brillar a los campeones, pero en una reacción espectacular recuperó la fuerza, y después de tres horas y 38 minutos levantó los brazos en signo de victoria al acabar con el serbio Janko Tipsarevic, por 6-3, 3-6, 5-7, 6-3 y 6-2, y colocarse en la tercera ronda del Abierto de Australia.
El público de la Vodafone Arena comprendió perfectamente el esfuerzo del español, su reacción y el coraje que exhibió para hacerse con un partido que tenía perdido con dos sets a uno. Y lo más importante, aplaudió la clase de Ferrero y su generoso esfuerzo.
El serbio se destapó como un jugador más que peligroso. Campeón júnior de este torneo en el 2001, accedió este año al cuadro principal procedente de la fase previa, y en el partido contra Ferrero dio muestras de un saque más que efectivo, una derecha recta y profunda, y sobre todo una gran capacidad de aguante.
Juan Carlos comenzó con el mismo juego letal con el que destrozó al checo Thomas Zib en su primer compromiso, pero a partir del segundo set, bajó el pistón. Desaprovechó luego una ventaja de 5-2 en el tercero y dos puntos de set que le hubiera venido de maravilla. Y ahí Tipsarevic se creció mucho mas, conecto más aces (17 al final) y tomó el mando.
En el rostro de uno y otro se reflejaba el marcador, pero en su fuero interno Juan Carlos sabía que no podía dejar escapar este partido. Una derrota en la segunda ronda le hubiera hecho volver al 2001, cuando cayó con el australiano Adrian Ilie. Y no lo consintió.
Fue entonces cuando salió a relucir el mejor Ferrero, que incluso se atrevió a variar su esquema y cerrar los puntos, por fin, más adelante. Tipsarevic notó el empuje y cedió por fin.
Con Ferrero en tercera ronda, su próximo rival será el alemán Nicolas Kiefer, que se clasificó al vencer al serbio Boris Pashanski por 4-6, 6-1, 6-4 y 6-1.