El estatuto del jugador de la FIFA, establece que el contrato es el único documento que vincula a un jugador con el club, en tal circunstancia aquellos que hayan finalizado su relación contractual, están en el derecho de firmar con el mismo club u otro que se interesase en sus servicios. La situación en un principio se presentaba favorable para los jugadores, terminaba la época de esperar la decisión del equipo respecto al futuro futbolístico y económico, el tener que pertenecer a un club aunque este no cuente con el jugador para una próxima temporada y sin que pueda jugar en otro por no disponer del pase. Todo jugaba a favor de los profesionales del fútbol, los clubes se quedaron sin opción de reclamo y con la obligación de cumplir lo mandado por la FIFA.

En el fútbol ecuatoriano estamos comprobando que no todo lo que brilla es oro, un grupo reducido de jugadores han puesto las condiciones, se han encontrado con una serie de ofertas y con el placer de elegir la mejor, en definitiva hicieron buenos contratos y piensan ya en el arranque del campeonato, los otros, la mayoría, están esperando una oportunidad en algún equipo de la serie A o B, y hasta los menores de 25 años no descartan jugar en la segunda categoría, la oferta ha superado la demanda, serán otra vez los clubes los que impongan las condiciones económicas, el jugador que quiera trabajar deberá aceptar lo que el equipo le ofrezca. Esto nos llevará definitivamente a la realidad económica, a que bajen los presupuestos y que los jugadores se tengan que exigir al máximo para ser considerados en la siguiente temporada, visto de este modo nos preguntamos a quién favorece el estatuto del jugador, ¿al club o al profesional del fútbol?