Milan perdió y se aleja de la punta.

Enviado por roberto el Dom, 04/12/2005 - 17:39

El Chievo recibió al Milan en Vérona y lo venció por 2 a 1. Kakha Kaladze había puesto en ventaja la visita, pero los locales lo dieron vuelta con goles de Sergio Pellissier y Simone Tiribocchi. Con este resultado, el Milan sigue con 31 puntos en la segunda posición, pero el domingo podría ser superado por la Fiorentina en caso de triunfo de los violetas sobre la Juventus, mientras que el Chievo ahora tiene 24 y ocupa la quinta posición, pero también deberá esperar el resultado del Livorno, único equipo que puede superarlo.

El resultado premió la actitud muy agresiva del Chievo, especialmente en la segunda etapa, pero también fue producto de una arbitraje que penalizó en gran medida a los visitantes. En primer lugar, el gol del empate de Pellissier, llegado justo en el último segundo de juego de la primera etapa, estuvo viciado por una evidente posición adelantada. Pero el verdadero problema respecto al referí fue otro: permitió un juego muy violento y agresivo, permitió que el Chievo cortara continúamente las jugadas rivales con falta y no tomó ninguna medida disciplinaria por todo el primer tiempo. En esa etapa el Milan dominó, pero se puso en ventaja gracias a un gol bastante fortunoso de Kaladze, quien primero cabeceó a quemarropa un centro de Pirlo y luego fue rápido para levantarse y conectar el fácil tap in luego del corto rechazo del arquero.

Los visitantes no cambiaron actitud y tuvieron otras chances: la más clamorosa con Shevchenko, quien no logró desviar, a dos pasos del arco, un centro desde la izquierda de Kaladze. Sorpresivamente, y gracias a un doble error arbitral, llegó la igualdad: Pieri cobró un tiro libre inexistente y por encima no vio el off side de Pellissier luego del toque hacia adentro de Amauri. Así el entretiempo encontró a los rivales igualados, cuando el Milan había merecido por lo menos dos goles de ventaja en los primeros 45 minutos. En la segunda etapa los visitantes trataron de seguir haciendo el partido, pero la presión del Chievo, que jugó realmente un gran partido, se volvió literalmente asfixiante, máxime porque los locales entendieron que el referí no les iba a cobrar nada y jugaron cada pelota al límite de la falta.

A 10 minutos del final, un hermoso contraatque del Chievo produjo el tanto que, a la poste, iba a ser decisivo: Tiribocchi, recién ingresado, construyó la pared estrecha con Obinna e, ingresando al área por izquierda, definió muy bien con un derechazo a girar al palo opuesto, inatajable. Si antes se había jugado poco, después de ese gol directamente se dejó de hacerlo: las acciones estuvieron permanentemente cortadas. Por encima, al Milan sufrió una doble burla: salió de la cancha con más amonestados que los locales y los cuatro minutos de descuento, que ya eran muy pocos (seis sustituciones y cuatro amarillas, más los ingresos de la camilla), directamente no se jugaron porque siempre había alguien del Chievo en el piso. Así, la única posibilidad de alcanzar el empate la tuvo, otra vez en el final, el sólito Filippo Inzaghi, pero el arquero tapó muy bien en salida desesperada el remate del delantero.

Al final, hasta podemos decir que el triunfo del Chievo fue justo: si esas son las reglas del fútbol, no hay dudas de que el Chievo las interpretó mejor que el Milan. Además, hay que decir que, mientras los locales jugaron el mejor partido de su excelente temporada, entre los visitantes hubo muchos hombres que se expresaron ampliamente por debajo de su nivel. De cualquier manera, inútil llorar sobre la leche derramada: ahora el Milan deberá esperar que la Fiorentina pueda frenar a la Juventus, si bien eso podría costarle el segundo puesto, porque de otra manera el discurso campeonato puede considerarse tempraneramente cerrado para los rossoneri. Para subrayar la increíble cantidad de trabajo realizado por los dos (o mejor dicho los cuatro, considerando los cambios) delanteros del Chievo: fueron siempre los primeros en doblar la marca y correr a los volantes rivales, y aún así encontraron la fuerza para volverse peligrosos en ataque. En este sentido, Sergio Pellissier fue sin duda la figura de la cancha, más allá de que todos sus compañeros jugaron un partido prácticamente perfecto.