El "enmascarado" falleció un sábado, mientras manejaba su auto en las carreteras del país. Se dirigía a la ciudad de Guayaquil para pasar con su madre el fin de semana. Si embargo, su auto impactó con un camión plataforma que llevaba gas. El accidente acabó con la vida de Otilino, con apenas 24 años de edad y un futuro brillante en el fútbol.

Tenorio nació como arquero y se convirtió en artillero genial: rápido, picante, atrevido. Se convirtió en uno de esos goleadores que cuando hacía un gol transmitía una jovialidad doble: por el valor del balón en las redes, y por su festejo. Celebración que invitaba a desinhibirse, a recordarnos que el fútbol es un juego, una pasión. Otilino se convirtió en un embajador del fútbol alegre; convirtió, a eso que se había convertido en un plan estratégico y de presiones, en un juego nuevamente.

Tras la muerte de "Oti", no sólo hemos perdido los aficionados y los equipos, ha perdido también el juego. Por eso, este 7 de mayo, lo recordamos con alegría. Lo recordamos celebrando un gol.

Trayectoria: surgió en el Torneo Interbarrial de Diario EL UNIVERSO, cuando tenía 11 años y jugaba en las divisiones menores de Emelec. Subió a primera categoría en 1998. En 1999 fue seleccionado Sub 20 en Mar del Plata, Argentina. Jugó para El Nacional desde el 2003.