El Rubín se encomienda a Alá y al frío siberiano para hacer temblar al Barça
El Rubín Kazán, uno de los equipos con menor presupuesto de la Liga de Campeones, se ha encomendado a Alá y al "general invierno" para asestar mañana, miércoles, un nuevo golpe al Barcelona, que le dejaría un camino complicado para reeditar el título.
"Alá estuvo de nuestro lado", "Gracias a Alá que ganamos" o "Alá es grande", son algunas de las frases que repite una y otra vez en caso de victoria el técnico del Rubín (Rubín en español), el turkmeno Kurbán Berdíev, un confeso creyente musulmán.
Berdíev, un auténtico tormento para la prensa por sus frases hechas y respuestas escuetas, se ha hecho famoso por su costumbre de llevar un rosario y una moderna gorra de béisbol durante los partidos.
Hombre de pocas palabras, sobrio y exigente, se pasa los minutos sentado en el banquillo deslizando sus dedos por las cuentas del rosario, mientras parece sufrir más que disfrutar del juego de su equipo.
Si el marcador le es favorable, Berdíev se levanta del banquillo al final del encuentro se acomoda su gorra, se frota la cara en un gesto de purificación y mira al cielo en señal de agradecimiento a Alá.
Más que un entrenador, el turkmeno más parece un imán o un militar, poco amigo de las rotaciones, que nunca destaca a un jugador sobre el resto y que impone su autoridad no con las palabras, sino con la mirada.
El único gesto para la galería fue el cambiar el chándal por el traje tras la derrota ante el Dinamo de Kiev en la primera jornada de la Liga de Campeones, lo que le ha dado suerte, ya que después el Rubín empató con el Inter y ganó en Barcelona.
En el plano futbolístico, Berdíev, de 57 años, es un obseso de la disciplina y un admirador del fútbol italiano, que no deja nada a la improvisación.
Incluso los periodistas deportivos moscovitas que menospreciaron en 2008 el título de liga del Rubín, cuando los grandes favoritos eran Zenit y CSKA, ha tenido que rendirse a la evidencia, ya que el equipo tártaro está a tres jornadas de reeditar el título.
El Rubín es un reloj suizo, en el que únicamente el argentino Alejandro Domínguez, la estrella del equipo, puede darse el lujo de cambiar el ritmo del juego.
"Berdíev decide todo, pero también te da protagonismo y tiene muchas ganas de aprender sobre cómo es el fútbol en otros países", aseguró a Efe el español Raúl Ruiz, el preparador físico del equipo ruso.
Ruiz, que llegó al Rubín procedente del Racing de Santander, es considerado uno de los artífices de la magnífica condición física de la plantilla rusa, en particular de Domínguez, un jugador de gran calidad, pero que siempre le ha faltado resistencia.
"Alejandro ha perdido cuatro kilos en los últimos meses. Logré convencerle de que debía bajar de peso. Ahora hace pesas, corre más y mejor", señaló.
También el central español César Navas le debe mucho a Ruiz, ya que se encuentra en buena forma y no se ha lesionado ni una vez pese a haber disputado 88 partidos oficiales desde septiembre de 2008, cuando inició la temporada española con el Racing sin vacaciones de por medio.
"César es muy obediente, hace muy bien los trabajos de recuperación y cuida mucho la alimentación", apuntó.
Ruiz destaca a otros dos hispanohablantes, el lateral izquierdo argentino Ansaldi y, especialmente, al centrocampista ecuatoriano Noboa, como los jugadores más sobresalientes en el apartado físico.
Aparte de la fe y la fuerza física, los jugadores del Rubín también confían en recibir una inestimable ayuda del "general invierno", el mismo que derrotó por agotamiento a las tropas napoleónicas y hitlerianas.
Fuentes del club y el Instituto Meteorológico Nacional coinciden al señalar que las temperaturas rondarán los 5-7 grados bajo cero a la hora del partido (20:15 hora local), y también pronostican nieve, aunque ésta no será copiosa.
El estadio Tsentralny (Central) del Rubín Kazán cuenta con pista de atletismo y sus gradas no son muy altas y dan al río, por lo que cuando sopla el viento, que congela los pómulos, las pantorrillas y las ideas de cualquiera, los futbolistas no tienen donde guarecerse.
Domínguez cree que el frío le complicará las cosas a los barcelonistas, mientras Navas aventura que los rusos aprovecharán para atacar en los primeros cinco minutos de cada tiempo, cuando las estrellas del Barça aún no hayan entrado en calor.
Además, la hierba estará alta, lo que perjudicará la circulación del balón del equipo español y favorecerá las labores defensivas y el fútbol directo de los tártaros.
Según las autoridades locales, unos tres mil efectivos del orden se encargarán de garantizar la seguridad en el estadio, que acogerá a unos 25.000 espectadores.EFE