Clásico del Astillero: dos realidades distintas que se enfrentan en un choque lleno de historia.
No es un partido más, es un encuentro que enciende pasiones desmesuradas, donde no importa el número del casillero, solo resta ganar o ganar. Este sábado a las 17h00 se revive el encuentro con más historia de nuestro fútbol: el Clásico del Astillero.
El estadio Monumental Banco Pichincha es el lugar donde toreros y eléctricos buscarán, el uno reconciliarse con su hinchada y el otro mantener el buen momento que lo tiene puntero.
Tranquilidad es la palabra que reina en el conjunto azul, equipo que marcha primero en la Copa Credife con 30 unidades, gracias al juego equilibrado y práctico que han desplegado hasta ahora.
Perrone aún mantiene dudas en su afán de dibujar el once ideal, esto debido a las lesiones de los seleccionados Rojas y Quiroz. Ambos se encuentran "entre algodones", luego de perderse los encuentros eliminatorios por sendas lesiones.
En la tienda torera, luego de la salida por la puerta de atrás del español Benito Floro, un criollo está al mando de los amarillos, su nombre Flavio Perlaza, quien busca ganarse la confianza de la directiva con una carta de presentación que rezaría: "Barcelona gana el clásico".
Perlaza ha ensayado durante la semana con línea de tres en el fondo, un cambio significativo que además incluye el retorno de Carlos castro al rol titular. Sin embargo, su dibujo táctico aún es un misterio.
El líder del ataque torero será el delantero Pablo Palacios, elemento que llega motivado tras gritar el segundo tanto ecuatoriano frente a Argentina el miércoles. Junto a él, estaría el guraní Derlis Florentín, quien sabe lo que significa jugar en un clásico guayaquileño.
Barcelona viene de caer ante Liga de Portoviejo y se ubica en el décimo casillero de la tabla con 19 unidades, una posición nada agradable para las expectativas de sus hinchas.
En el último encuentro en el que Emelec y Barcelona se vieron las caras no se hicieron daño en el Capwell, ya que igualaron a cero y donde ambos decepcionaron por su juego.
Por: José Carlos Porras Jordán