Vergüenza deportiva

Enviado por bielo el Mar, 10/03/2009 - 09:09

Hay muchos que sostienen, con argumentos válidos, que la época romántica del fútbol ya fue, que ya no se juega más por la camiseta, que ahora ya no existe la vergüenza deportiva.

Término curioso este de "vergüenza deportiva", no tiene acepción de la Real Academia, pero todos los aficionados al fútbol, y al deporte en general, lo conocen. Se refiere al íntimo orgullo que siente un deportista, futbolista o no, por dejar todo de sí en el campo de competencia en busca de la victoria.

Desde la profesionalización del fútbol, este deporte ha tenido un crecimiento que lo ha transformado, en la actualidad, en el negocio y la empresa monumental que es en el siglo XXI, de hecho, la FIFA es quizá la organización más influyente del mundo que no tiene una posición política/gubernamental, ¿o quizá sí?

Los jugadores de la vieja guardia cuentan cómo, en su época, no se vivía del fútbol, sino que debían combinar su trabajo, el remunerado, con su afición por el fútbol, que les daba para "las colas" o solo la gloria. En la época contemporánea no solo que se puede vivir del fútbol, sino que se pueden hacer fortunas con él.

En las últimas semanas el Deportivo Quito ha vivido una "crisis" institucional por sueldos y premios atrasados a su plantilla de jugadores, que se arrastra desde el año pasado en que consiguió el título nacional. Aparentemente, la dirigencia chulla botó en verdad "la casa por la ventana" para conseguir ese tan ansiado campeonato por el que esperaron cuatro décadas.

El equipo azulgrana, llegó a su primer partido de Copa Libertadores en Quito, tras más de diez días de no entrenar, y se enfrentó a un Cruzeiro, que en el primer tiempo, lo pasó por encima. Los brasileños no sintieron la altura, manejaron el balón, fueron más claros en ataque y lograron transformar ese desempeño en ventaja en el marcador.

Para la segunda mitad, sin embargo, y tras la expulsión de un jugador brasileño a finales de la primera parte, los chullas, con más pundonor que fútbol, lograron inclinar la cancha a su favor. Quedará para la anécdota el grito de Insúa en los minutos postreros: "¡Caicedo, andá de nueve!", y Caicedo fue, y la metió como nueve a 30 segundos del final.

Los comentarios tras el empate del Quito fueron varios, pero en su mayoría pesimistas tras la actuación de los chullas. Yo, por el contrario, lo encuentro meritorio. Tal y como se dio el partido, con un equipo que casi casi los bailó en la primera mitad, y que estuvo a punto de llevarse una victoria, sin duda es meritorio el empuje de los azulgranas para llegar a la igualdad. Sí, se perdieron dos puntos, y sí, en esta Libertadores del nuevo siglo es muy importante ganar los partidos en casa, pero me parece soberbio no reconocer el valor de aquel empate.

Hoy, el Quito juega su segundo partido de local en Copa, ante su rival directo en busca de un cupo en octavos, el Estudiantes de La Plata. Los argentinos llegan precedidos por su historia, su millonaria plantilla (comparada a la de su rival) y con un Juan Sebastián Verón, que ha jugado en los clubes más importantes del mundo, como referente.

Pero a las 17h00, en la cancha del Atahualpa, en ese segundo de silencio que existe antes de escuchar el pitazo del árbitro, los nombres se olvidan y cada futbolista se queda con su talento, sus ganas y su deseo de victoria, nada más. Yo sí creo en la vergüenza deportiva, y sí creo que el Quito, como cualquier equipo de fútbol, tiene 90 minutos para hacer su propia historia.