El Maracaná, único candidato para una nueva final mundialista en Brasil
Brasil presentó 18 ciudades como candidatas para acoger el Mundial 2014, de las que saldrán de entre diez y doce sedes, entre las que destacan Río de Janeiro y Sao Paulo, probables escenarios de la final y del partido inaugural.
Río de Janeiro, con su mítico estadio Maracaná, único que ya recibió partidos en el Mundial 1950, parte como principal candidata a volver a acoger una final mundialista.
El estadio de la llamada "Ciudad Maravillosa" ha recibido hasta el apoyo del gobernador de Sao Paulo, José Serra, que es la única gran urbe que podría entrar en conflicto por la final.
"El Maracaná es un lugar en el que los brasileños tenemos que lavarnos el alma, en relación a 1950", afirmó Serra recientemente en un evento sobre el Mundial.
El 16 de julio de 1950, el Maracaná, mayor estadio del mundo en aquella época, entró en la historia más negra del fútbol brasileño.
Ante unos 174.000 espectadores, el "Maraca" fue escenario de la derrota más dolorosa en la historia de los mundiales.
Los anfitriones perdieron 2-1 contra Uruguay en la final. El partido fue bautizado como el "Maracanazo" y todavía escuece en el imaginario colectivo brasileño.
Brasil sueña con limpiar aquella imagen en su feudo. Pero el Maracaná de 2014 será muy diferente del de hace 57 años.
El estadio carioca actualmente tiene un aforo de 90.000 asientos, después de la última reforma, que lo adecentó para los Juegos Panamericanos del pasado julio.
Para el Mundial, el "Maraca" necesitará una nueva y profunda reforma, para cumplir las exigencias de la FIFA.
Su aforo aumentará en 2.000 lugares y, según el proyecto inicial, el estadio estará dotado de una nueva cobertura que recuerda al Allianz Arena de Múnich, del Mundial de Alemania 2006.
El estadio Morumbí de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, es el gran candidato para el partido de inauguración. Al igual que el Maracaná, necesitará profundas reformas, que reducirán su capacidad de 80.000 a 62.000 asientos.
El principal rival de Sao Paulo para recibir el primer partido del campeonato es la capital, Brasilia, que pretende doblar la capacidad del Mané Garrincha, de 45.000 a 90.000 asientos.
El estadio tiene sólo una grada, que rara vez se llena cuando juegan los equipos de la capital, de la segunda división brasileña.
Además de estas metrópolis, sólo tienen garantizada la organización de partidos Belo Horizonte, con su Mineirao, estadio que llegará a 80.000 asientos, y la sureña Porto Alegre, con el Beira Río.
Estas cinco corren en primera línea, ya que recibieron la visita in situ de los comisarios de la FIFA, el pasado agosto.
Otras trece ciudades se repartirán los otros cinco o siete lugares que otorgará la FIFA.
Brasil pleitea porque el número de ciudades sea el mayor posible, para llevar el fútbol a todos los rincones de este inmenso país, cuya superficie equivale a 23 veces el tamaño de Alemania, último organizador.
En la región amazónica optan Manaus, Belén y Río Branco. No es probable que sea elegida más de una de esa zona, debido al fuerte calor y la constante humedad, además del peligro del azote de enfermedades tropicales, como la fiebre amarilla y la malaria.
En el nordeste se presentan Salvador, Fortaleza, Natal, Maceió y un estadio común entre las ciudades vecinas de Recife y Olinda.
En el centro del país, destacan Campo Grande, Cuiabá, y Goiania. Puede que ninguna de las tres pueda ser sede por la proximidad con Brasilia.
En el sur, además de Porto Alegre, entran en la lucha Florianópolis y Curitiba.
Esta última tiene más opciones, pues cuenta con el estadio Arena da Baixada, que es uno de los más modernos del país, aunque también necesitaría de una remodelación para llegar a 40.000 sillas, mínimo exigido por la FIFA.
También es probable que ninguna de esas dos sea elegida, para evitar multiplicar los partidos con frío, que se siente especialmente en la región sur de Brasil durante el invierno austral, época en la que será disputado el Mundial.
En total, 14 estadios tendrían que sufrir profundas reformas y otros cuatro tendrán que ser construidos desde cero, aunque todo dependerá de la elección final de la FIFA. EFE
Río de Janeiro, con su mítico estadio Maracaná, único que ya recibió partidos en el Mundial 1950, parte como principal candidata a volver a acoger una final mundialista.
El estadio de la llamada "Ciudad Maravillosa" ha recibido hasta el apoyo del gobernador de Sao Paulo, José Serra, que es la única gran urbe que podría entrar en conflicto por la final.
"El Maracaná es un lugar en el que los brasileños tenemos que lavarnos el alma, en relación a 1950", afirmó Serra recientemente en un evento sobre el Mundial.
El 16 de julio de 1950, el Maracaná, mayor estadio del mundo en aquella época, entró en la historia más negra del fútbol brasileño.
Ante unos 174.000 espectadores, el "Maraca" fue escenario de la derrota más dolorosa en la historia de los mundiales.
Los anfitriones perdieron 2-1 contra Uruguay en la final. El partido fue bautizado como el "Maracanazo" y todavía escuece en el imaginario colectivo brasileño.
Brasil sueña con limpiar aquella imagen en su feudo. Pero el Maracaná de 2014 será muy diferente del de hace 57 años.
El estadio carioca actualmente tiene un aforo de 90.000 asientos, después de la última reforma, que lo adecentó para los Juegos Panamericanos del pasado julio.
Para el Mundial, el "Maraca" necesitará una nueva y profunda reforma, para cumplir las exigencias de la FIFA.
Su aforo aumentará en 2.000 lugares y, según el proyecto inicial, el estadio estará dotado de una nueva cobertura que recuerda al Allianz Arena de Múnich, del Mundial de Alemania 2006.
El estadio Morumbí de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, es el gran candidato para el partido de inauguración. Al igual que el Maracaná, necesitará profundas reformas, que reducirán su capacidad de 80.000 a 62.000 asientos.
El principal rival de Sao Paulo para recibir el primer partido del campeonato es la capital, Brasilia, que pretende doblar la capacidad del Mané Garrincha, de 45.000 a 90.000 asientos.
El estadio tiene sólo una grada, que rara vez se llena cuando juegan los equipos de la capital, de la segunda división brasileña.
Además de estas metrópolis, sólo tienen garantizada la organización de partidos Belo Horizonte, con su Mineirao, estadio que llegará a 80.000 asientos, y la sureña Porto Alegre, con el Beira Río.
Estas cinco corren en primera línea, ya que recibieron la visita in situ de los comisarios de la FIFA, el pasado agosto.
Otras trece ciudades se repartirán los otros cinco o siete lugares que otorgará la FIFA.
Brasil pleitea porque el número de ciudades sea el mayor posible, para llevar el fútbol a todos los rincones de este inmenso país, cuya superficie equivale a 23 veces el tamaño de Alemania, último organizador.
En la región amazónica optan Manaus, Belén y Río Branco. No es probable que sea elegida más de una de esa zona, debido al fuerte calor y la constante humedad, además del peligro del azote de enfermedades tropicales, como la fiebre amarilla y la malaria.
En el nordeste se presentan Salvador, Fortaleza, Natal, Maceió y un estadio común entre las ciudades vecinas de Recife y Olinda.
En el centro del país, destacan Campo Grande, Cuiabá, y Goiania. Puede que ninguna de las tres pueda ser sede por la proximidad con Brasilia.
En el sur, además de Porto Alegre, entran en la lucha Florianópolis y Curitiba.
Esta última tiene más opciones, pues cuenta con el estadio Arena da Baixada, que es uno de los más modernos del país, aunque también necesitaría de una remodelación para llegar a 40.000 sillas, mínimo exigido por la FIFA.
También es probable que ninguna de esas dos sea elegida, para evitar multiplicar los partidos con frío, que se siente especialmente en la región sur de Brasil durante el invierno austral, época en la que será disputado el Mundial.
En total, 14 estadios tendrían que sufrir profundas reformas y otros cuatro tendrán que ser construidos desde cero, aunque todo dependerá de la elección final de la FIFA. EFE