Club mundial
Este miércoles, por primera vez en la historia del fútbol ecuatoriano, un club de nuestro país participará en el Mundial de Clubes de la FIFA. Tal distinción le cabe a Liga Deportiva Universitaria tras haber ganado en la cancha la Copa Libertadores de América.
Aparte de ser, desde todo punto de vista, un hecho completamente relevante para sus hinchas, yo creo será también otro hito en el crecimiento que ha mostrado nuestro fútbol desde hace varios años.
Yo sostengo que en el fútbol juega tanto lo técnico/táctico como lo psicológico/mental. Dicho de otro modo, puede haber un jugador con inigualables características técnicas, pero si en la cancha no se siente cómodo, o está muy nervioso, o simplemente no tiene la autoconfianza suficiente, de seguro no rendirá. De hecho, creo que es más probable que un jugador medianamente técnico, pero muy fuerte mentalmente, tenga éxito en su profesión como futbolista.
Eso es lo que los entendidos llaman "la jerarquía". Esa cualidad completamente misteriosa de la que aparentemente son los dueños los Bocas, Rivers, Sao Paulos, o hablando de selecciones, las Argentinas, Brasiles, Alemanias, Italias, etc. Pero ¿cómo se adquiere? ¿cuál es la fórmula mágica para ser un equipo de jerarquía? Ninguna, llega con los partidos y los años.
Hace más de dos décadas todavía todo era hazaña en Ecuador, de hecho hasta ahora hablan los barcelonistas de la hazaña del Río de La Plata, o se recuerda el tan famoso empate en Argentina tras el mentado robo de Ortubé, pero con el paso de los años, afortunadamente, "las hazañas" van desapareciendo. En mi opinión, los mayores cambios no están en el actual profesionalismo de nuestros jugadores, sino en la autoconfianza adquirida. Es innegable que ha habido un crecimiento en lo táctico, por el trabajo de técnicos como Drascovich o Maturana, pero para mí, el cambio que verdaderamente revolucionó nuestro fútbol, está en la cabeza de sus protagonistas.
Y esto ocurre a todo nivel, hasta en el barrio. Tomemos como ejemplo a Juan, el mejor jugador del barrio, ese que en el picado del domingo todos quieren tener en su equipo; "no loco, con el Juan están cargados", "yo juego con el Juan". Y desde luego, Juan, el mejor del barrio, lo demuestra siendo protagonista, se muestra en la cancha, pide la pelota, arma el juego y empuja a sus compañeros. Es obvio que Juan tiene habilidad para jugar a la pelota, pero lo otro, la tranquilidad para tomar decisiones, la "personalidad" para manejar el partido las aprendió ahí, en la canchita del barrio.
Y entonces se arma el equipo para ir a la Liga Barrial. "Oye yo tengo un pana que se llama Juan que es buenazo, le llevo a jugar en tu equipo, el man sabe". Y Juan llega a la Liga Barrial y ya no tiene el puesto asegurado, tendrá que ganárselo como cualquier otro. De hecho, ahí nadie le conoce, los compañeros y los rivales no le "respetan", y cuando trata de hacer una finta se la quitan fácil y los pocos aficionados que hay en la cancha le gritan el primer "¡saca ese paquete!". Juan, en su ansiedad por hacer un buen papel, comete errores, a ratos cae en "huecos mentales" de los que aún no aprende a salir, y la estrella del barrio, no ha sido tal en el campeonato con los más grandes.
Recibe el apoyo de los compañeros más viejos, le "putean", a ratos lo guían, pero al final, con el tiempo, Juan aprende a manejar la ansiedad y empieza a mostrar sus aptitudes. El equipo llega a la final del campeonato y lo gana, Juanito fue uno de los mejores, quizá no la figura pero de seguro se ganó un lugar. Para el próximo año, Juan, desde el momento en que pisa la cancha ya es un jugador distinto, porque para sí mismo piensa "nosotros somos los campeones, estos guambras a nosotros no nos ganan".
Esa diferencia de un año a otro, esa autoconfianza, ese manejo de las emociones, eso es la jerarquía.
Y al Ecuador le ha tomado varias décadas de crecimiento y muchos Juanes. Yo puedo hablar de los jugadores que yo he visto, como Lupo Quiñónez, Vinicio Ron, el "cielo" Villafuerte, Alex Aguinaga, etc, hasta desembocar en nuestra generación actual. Con cada uno de ellos se fue adquiriendo un poco más de "cancha", pero insisto, aparte de la obvia diferencia entre el fútbol más lento y menos táctico de los ochentas con el de hoy, lo que verdaderamente distingue a los jóvenes de hoy es que crecieron en otro mundo, donde las "hazañas" ya no eran tales. Luis Antonio Valencia ya creció en un fútbol diferente, donde los monstruos ya no son tan grandes, viendo a un Ecuador que llegó a su primer mundial de fútbol, sintiéndose parte de un colectivo que, incluso como pueblo, es un poco más grande día con día.
No quiero ahondar en otros varios factores que sin duda influyen, como la educación o la nutrición, esas cosas que aún nos hacen un país tercermundista, pero debemos saber que están allí, que nuestro relativo éxito, para sostenerse en el tiempo, debe fundamentarse en un trabajo planificado y dedicado de una forma integral. La autoconfianza, señores, se consigue más fácil con educación.
Y ahora, que Luis Antonio juega en el primer mundo, contra los más grandes del fútbol, cada vez que vuelve a Sudamérica, su barrio, demuestra que está un escalón arriba en jerarquía. Qué bueno por él, qué bueno por nuestro fútbol.
De ese mismo modo, ahora que en Liga los Calderón, Bolaños o Araujo, tienen la oportunidad de codearse en una cancha con los Marioni, los Calero, o quizá los Ronaldo, los Rooney, los Tévez, ya no volverán a ser los mismos; y el próximo año, cuando vuelvan a la Copa del "barrio" entrarán a la cancha con una mentalidad distinta.
Enhorabuena para la gente de Liga que va a disputar su primer Mundial de Clubes, ¡que lo disfruten!
Esto deberá obligar a que nuestros clubes sigan creciendo y al final, con los años, se verán los resultados de haber llegado a jugar con la élite. Bendita jerarquía.
Ing. Gabriel Ordóñez L.