El triunfo del checo Tomas Berdych ante el italiano Andreas Seppi nubla la perspectiva competitiva del suizo Roger Federer, abocado al reencuentro olímpico con el adversario que le sacó de Atenas hace ahora cuatro años.

Aparentemente, apenas concedió trascendencia el helvético a aquél contratiempo de segunda ronda frente a un jugador que entonces no había cumplido los 21 años. Pero desde ese día, cada vez que Berdych se topa en su mismo tránsito, el suizo revienta el duelo con una pasmosa autoridad.

Después, jamás ha sido el checo capaz de adjudicarse parcial alguno en los duelos posteriores con el aún número uno del mundo. Y eso que sus caminos han coincidido a menudo. Como poco, una vez por temporada desde que jugaron por primera vez en el Centro Olímpico de Atenas.

Roland Garros, el Abierto de Australia y Wimbledon han contemplado cada una de las particulares venganzas de Federer. También el Masters Series de Hamburgo. O el torneo de Halle. Incluso la Copa Davis, formando parte ambos de la representación de la eliminatoria entre la República Checa y Suiza del pasado ejercicio.

Puede que Federer haya estado cuatro años a la espera de este momento. Dentro del marco olímpico. Un objetivo antaño banal, anclado en la relación de premios menores del suizo. Lejos de la trascendencia de un Grand Slam. O de la Copa Davis.

El asunto ha cambiado radicalmente con la nueva dimensión que ha adoptado el suizo. En medio de una temporada gris, distante de los 'majors', fuera de la cima, los Juegos Olímpicos han disparado su valor para el tenista de Ginebra, que emboca el tramo final del curso con ciertas urgencias. Algo atípico en su dinámica deportiva. Federer necesita reflotar su relación de premios, menguado por los obtenidos en Estroril y Halle, único botín.

Las mejores raquetas se han dado cita en Pekín y eso anima el estímulo del helvético. En eso gana también el torneo, que busca una proyección preponderante con el triunfo de un ganador sonoro.

Federer enfila el duelo con Berdych, estancado en la mitad del camino de una prometedora ascensión.

"He ganado ya dos partidos y me siento bien. Será un buen partido. En la pista central y por la tarde. Jugar con Roger, especialmente en los Juegos Olímpicos, es un gran aliciente. Veremos qué pasa. Es un fantástico próximo partido. Intentaré hacer mi mejor tenis para progresar y lograr una medalla", dijo el checo, caído hasta el puesto 20 del ránking. Lejos del noveno lugar que ocupó hace ahora un año.

Tres únicos títulos en su historial (Halle, Palermo y el Masters Series París) han levantado las dudas sobre su futuro. El duelo ante Federer, en unos Juegos, le puede volver a proyectar. EFE