Pekín lima los últimos detalles a un mes del inicio de los Juegos Olímpicos
Han pasado 1.386 días desde que Omega, la marca suiza de relojes patrocinadora de los JJOO, instalase un reloj gigante en la Plaza de Tiananmen que descuenta los días, horas, minutos y segundos que quedan para que empiecen los JJOO, lo que está a tan sólo un mes de suceder.
La ceremonia de inauguración se planificó entonces para las 8 de la tarde del día 8 del octavo mes de 2008, fieles como son los chinos a sus supersticiones, que señalan al ocho como el número de la suerte, la que necesitarán para conseguir que, como pretenden, los suyos sean los mejores Juegos de la historia.
Concluido oficialmente el Estadio Olímpico la semana pasada y a falta de que se inauguren el Centro de Prensa y la Villa Olímpica, Pekín ha dado por concluido con éxito el grueso del trabajo preparatorio y se encuentra ahora limando pequeños detalles para conseguir que el mecano encaje.
La seguridad es la gran preocupación de una ciudad que no se cansa de advertir que las amenazas terroristas al evento son reales y fundadas.
"La situación de seguridad que afrontan los JJOO de Pekín es estable en general, pero permanecen amenazas en las esferas de seguridad tradicionales y no tradicionales", ha dicho Tian Yixiang, director del Grupo de Coordinación de la Seguridad para los Juegos Olímpicos.
Desde la semana pasada entrar en el metro de Pekín es casi como embarcar en un avión. Hay perros, detectores de metales y máquinas de Rayos X, y la policía vigila el liquido de los envases de todos los pasajeros.
La política de visados se ha endurecido hasta límites hace nada insospechados, y hombres de negocios, afincados en Pekín desde hace lustros, han visto cómo se les denegaba la renovación hasta después de los Juegos.
Todo por la seguridad del evento, asegura Pekín, que ha instalado misiles tierra-aire de fabricación nacional a menos de un kilómetro del Estadio Olímpico, que utilizará aviones teledirigidos con cámaras en busca de actividades sospechosas y que cuenta con un equipo de expertos en la lucha contra el terrorismo entrenados por el FBI.
Sin embargo, a estas alturas, la deuda pendiente de la capital china continúa siendo la contaminación, que amenaza con agrisar el espectáculo.
Pekín prohibirá la circulación de la mitad de su parque móvil, de casi 3,5 millones de automóviles, desde el próximo día 20 y hasta el 20 de septiembre para reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera.
Los automóviles circularán en días alternos en función de su número de placa, sea éste par o impar, y Pekín inmovilizará la mitad de sus coches oficiales y el 30 por ciento de sus vehículos militares.
El presidente del COI, Jaques Rogge, aseguró en su momento que algunas pruebas especialmente duras, como el maratón, podrían ser reprogramadas si las condiciones meteorológicas pudiesen llegar a poner en peligro la salud de los atletas, algunos de los cuales han expresado públicamente su preocupación.
Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la calidad del aire de Pekín es una "preocupación legítima" de los atletas.
Sin embargo, Pekín confía ciegamente en los cambios que experimentará su aire en los próximos días, que deberán ser tan espectaculares como la metamorfosis que ha vivido la ciudad desde que en 2003 fue elegida para albergar los JJOO.
A treinta días para que Zhang Yimou trate de sorprender al mundo con su ceremonia de inauguración, poco queda del Pekín caótico, abigarrado y un tanto rural que recibió con algarabía la concesión de los Juegos.
Pekín es hoy una ciudad moderna, limpia, segura y preparada para albergar un espectáculo con el que llevaba soñando décadas, y que será el mejor escaparate para mostrar China al mundo justo cuando China el mundo ha posado sus ojos en el gigante asiático.
EFE.
La ceremonia de inauguración se planificó entonces para las 8 de la tarde del día 8 del octavo mes de 2008, fieles como son los chinos a sus supersticiones, que señalan al ocho como el número de la suerte, la que necesitarán para conseguir que, como pretenden, los suyos sean los mejores Juegos de la historia.
Concluido oficialmente el Estadio Olímpico la semana pasada y a falta de que se inauguren el Centro de Prensa y la Villa Olímpica, Pekín ha dado por concluido con éxito el grueso del trabajo preparatorio y se encuentra ahora limando pequeños detalles para conseguir que el mecano encaje.
La seguridad es la gran preocupación de una ciudad que no se cansa de advertir que las amenazas terroristas al evento son reales y fundadas.
"La situación de seguridad que afrontan los JJOO de Pekín es estable en general, pero permanecen amenazas en las esferas de seguridad tradicionales y no tradicionales", ha dicho Tian Yixiang, director del Grupo de Coordinación de la Seguridad para los Juegos Olímpicos.
Desde la semana pasada entrar en el metro de Pekín es casi como embarcar en un avión. Hay perros, detectores de metales y máquinas de Rayos X, y la policía vigila el liquido de los envases de todos los pasajeros.
La política de visados se ha endurecido hasta límites hace nada insospechados, y hombres de negocios, afincados en Pekín desde hace lustros, han visto cómo se les denegaba la renovación hasta después de los Juegos.
Todo por la seguridad del evento, asegura Pekín, que ha instalado misiles tierra-aire de fabricación nacional a menos de un kilómetro del Estadio Olímpico, que utilizará aviones teledirigidos con cámaras en busca de actividades sospechosas y que cuenta con un equipo de expertos en la lucha contra el terrorismo entrenados por el FBI.
Sin embargo, a estas alturas, la deuda pendiente de la capital china continúa siendo la contaminación, que amenaza con agrisar el espectáculo.
Pekín prohibirá la circulación de la mitad de su parque móvil, de casi 3,5 millones de automóviles, desde el próximo día 20 y hasta el 20 de septiembre para reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera.
Los automóviles circularán en días alternos en función de su número de placa, sea éste par o impar, y Pekín inmovilizará la mitad de sus coches oficiales y el 30 por ciento de sus vehículos militares.
El presidente del COI, Jaques Rogge, aseguró en su momento que algunas pruebas especialmente duras, como el maratón, podrían ser reprogramadas si las condiciones meteorológicas pudiesen llegar a poner en peligro la salud de los atletas, algunos de los cuales han expresado públicamente su preocupación.
Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la calidad del aire de Pekín es una "preocupación legítima" de los atletas.
Sin embargo, Pekín confía ciegamente en los cambios que experimentará su aire en los próximos días, que deberán ser tan espectaculares como la metamorfosis que ha vivido la ciudad desde que en 2003 fue elegida para albergar los JJOO.
A treinta días para que Zhang Yimou trate de sorprender al mundo con su ceremonia de inauguración, poco queda del Pekín caótico, abigarrado y un tanto rural que recibió con algarabía la concesión de los Juegos.
Pekín es hoy una ciudad moderna, limpia, segura y preparada para albergar un espectáculo con el que llevaba soñando décadas, y que será el mejor escaparate para mostrar China al mundo justo cuando China el mundo ha posado sus ojos en el gigante asiático.
EFE.