Federer espera a Ancic, el hombre que le enseñó lecciones de humildad
Tapando la boca con cada nueva victoria a los que se empeñan en vaticinar su declive como número uno, el suizo Roger Federer se reencontrará en los cuartos de final de Wimbledon con el croata Mario Ancic, verdugo del español Fernando Verdasco y el hombre que en el 2002 enseñó al helvético importantes lecciones de humildad.
El primer favorito, un tipo templado, educado y sobre todo, un jugador excepcional, desacredita con sus continuos triunfos en Wimbledon a los que no dejan de especular con supuestas debilidades en su juego y, en definitiva, a los que presagian un final, en un futuro cercano, de la hegemonía del helvético en su superficie preferida.
En cada ronda, con cada golpe ganador, con cada lección de estilo cuando desenfunda la raqueta, Federer corrobora por qué la hierba de Church Road continúa siendo su Liga, su territorio privado y da un toque de atención: "Estoy sacando bien, estoy jugando bien, venciendo a oponentes peligrosos, como Soderling y ahora a Lleyton", dijo hoy.
Su próximo duelo ante el croata Mario Ancic está envuelto de cierto morbo. Nadie olvida que el responsable de la salida del All England Club, hoy en la pista 11, del madrileño Verdasco presume de haber sido el último tenista que se impuso a Federer en este césped, donde el primer cabeza de serie ha ganado las últimas 5 ediciones de forma consecutiva.
Federer reconoce que por aquel entonces, en el 2002, "subestimó" la capacidad de Ancic. El hoy número uno no se imaginaba que el croata le sacudiría de la cancha en la primera ronda. Una píldora amarga para el hoy pentacampeón de Wimbledon.
Entonces, se marchó con la cabeza gacha y el suizo aún no ha podido olvidar el 6-3, 7-6 (2) y 6-3 que le asestó el croata.
Claro que cuatro temporadas después, Federer y Ancic volvían a medir su tenis y el campeón se tomaba la revancha. También, en Wimbledon.
"En el 2002 le subestimé completamente. El año anterior, jugué un gran Wimbledon y llegué como el quinto o sexto cabeza de serie, incluso igual fue como cuarto. Empecé a hacer saque y volea y esperaba que él se quedara atrás pero resultó todo lo contrario. Me sorprendió totalmente", recordó hoy Federer.
Aquella derrota enseñó humildad al primer favorito que, a partir de ahí, confiesa que jamás comete ese mismo error. "Aquello me enseñó a no subestimar a ningún oponente, no importa de dónde venga, la técnica que emplee o el ránking que tenga", señaló.
Si bien es cierto que a Federer, todavía, no le envolvía la leyenda que ahora le acompaña, desde ese momento memorable que protagonizó Ancic, ningún otro contrincante ha logrado entorpecer en Wimbledon los objetivos del helvético.
El número 1 admitió que hace años "tenía una tendencia a no conceder al rival, si éste era nuevo en el circuito o no tenía una buena técnica, el respeto que merecía".
Viendo hoy jugar a Federer, pocos se cuestionan que el suizo no vaya a volver a abrirse paso hasta la final. Allí le debería esperar el número dos el español Nadal, que borró al ruso Mijail Youzhny en tres sets.
"Los dos somos buenos competidores", dijo Federer. Aparte de esa cualidad, observó: "Él es zurdo. Yo juego con la derecha. A él le gusta un juego completamente diferente al mío. También tenemos formas de ser distintas. La verdad es que no tenemos mucho en común", añadió.
Federer subrayó, además, que el manacorense "atrae especialmente a una generación muy joven".
"Es muy entretenido verle jugar por su capacidad física y siempre es muy respetuoso. Eso es genial. Ha sido increíble para el tenis. La verdad es que sólo tengo piropos para él. Ha sido genial y creo que por eso nuestra rivalidad ha sido tan buena", dijo.
En cualquier caso, Federer se prepara ya para un nuevo pulso con Ancic, después de haber echado hoy del cuadro al australiano Lleyton Hewitt por 7-6 (7), 6-2 y 6-4 en 1 hora y 49 minutos.
Federer volvió a exhibir un saque demoledor que le reportó 21 "aces" frente a los 8 del jugador de Adelaida, quien no pudo aprovechar ninguna de las 8 ocasiones de rotura de las que dispuso durante el partido.
El pentacampeón de Wimbledon rompió el servicio a Hewitt en las tres ocasiones en las que pudo y curiosamente cometió muchos más errores no forzados que su adversario, 22 frente a los 13 del australiano.
El de Basilea, que busca convertirse en el segundo jugador de la historia de Wimbledon que gana el título por sexto año consecutivo, después de William Renshaw, remató un global de 46 golpes ganadores, 22 de los cuales en el primer parcial, ante los 29 que logró su adversario.EFE
El primer favorito, un tipo templado, educado y sobre todo, un jugador excepcional, desacredita con sus continuos triunfos en Wimbledon a los que no dejan de especular con supuestas debilidades en su juego y, en definitiva, a los que presagian un final, en un futuro cercano, de la hegemonía del helvético en su superficie preferida.
En cada ronda, con cada golpe ganador, con cada lección de estilo cuando desenfunda la raqueta, Federer corrobora por qué la hierba de Church Road continúa siendo su Liga, su territorio privado y da un toque de atención: "Estoy sacando bien, estoy jugando bien, venciendo a oponentes peligrosos, como Soderling y ahora a Lleyton", dijo hoy.
Su próximo duelo ante el croata Mario Ancic está envuelto de cierto morbo. Nadie olvida que el responsable de la salida del All England Club, hoy en la pista 11, del madrileño Verdasco presume de haber sido el último tenista que se impuso a Federer en este césped, donde el primer cabeza de serie ha ganado las últimas 5 ediciones de forma consecutiva.
Federer reconoce que por aquel entonces, en el 2002, "subestimó" la capacidad de Ancic. El hoy número uno no se imaginaba que el croata le sacudiría de la cancha en la primera ronda. Una píldora amarga para el hoy pentacampeón de Wimbledon.
Entonces, se marchó con la cabeza gacha y el suizo aún no ha podido olvidar el 6-3, 7-6 (2) y 6-3 que le asestó el croata.
Claro que cuatro temporadas después, Federer y Ancic volvían a medir su tenis y el campeón se tomaba la revancha. También, en Wimbledon.
"En el 2002 le subestimé completamente. El año anterior, jugué un gran Wimbledon y llegué como el quinto o sexto cabeza de serie, incluso igual fue como cuarto. Empecé a hacer saque y volea y esperaba que él se quedara atrás pero resultó todo lo contrario. Me sorprendió totalmente", recordó hoy Federer.
Aquella derrota enseñó humildad al primer favorito que, a partir de ahí, confiesa que jamás comete ese mismo error. "Aquello me enseñó a no subestimar a ningún oponente, no importa de dónde venga, la técnica que emplee o el ránking que tenga", señaló.
Si bien es cierto que a Federer, todavía, no le envolvía la leyenda que ahora le acompaña, desde ese momento memorable que protagonizó Ancic, ningún otro contrincante ha logrado entorpecer en Wimbledon los objetivos del helvético.
El número 1 admitió que hace años "tenía una tendencia a no conceder al rival, si éste era nuevo en el circuito o no tenía una buena técnica, el respeto que merecía".
Viendo hoy jugar a Federer, pocos se cuestionan que el suizo no vaya a volver a abrirse paso hasta la final. Allí le debería esperar el número dos el español Nadal, que borró al ruso Mijail Youzhny en tres sets.
"Los dos somos buenos competidores", dijo Federer. Aparte de esa cualidad, observó: "Él es zurdo. Yo juego con la derecha. A él le gusta un juego completamente diferente al mío. También tenemos formas de ser distintas. La verdad es que no tenemos mucho en común", añadió.
Federer subrayó, además, que el manacorense "atrae especialmente a una generación muy joven".
"Es muy entretenido verle jugar por su capacidad física y siempre es muy respetuoso. Eso es genial. Ha sido increíble para el tenis. La verdad es que sólo tengo piropos para él. Ha sido genial y creo que por eso nuestra rivalidad ha sido tan buena", dijo.
En cualquier caso, Federer se prepara ya para un nuevo pulso con Ancic, después de haber echado hoy del cuadro al australiano Lleyton Hewitt por 7-6 (7), 6-2 y 6-4 en 1 hora y 49 minutos.
Federer volvió a exhibir un saque demoledor que le reportó 21 "aces" frente a los 8 del jugador de Adelaida, quien no pudo aprovechar ninguna de las 8 ocasiones de rotura de las que dispuso durante el partido.
El pentacampeón de Wimbledon rompió el servicio a Hewitt en las tres ocasiones en las que pudo y curiosamente cometió muchos más errores no forzados que su adversario, 22 frente a los 13 del australiano.
El de Basilea, que busca convertirse en el segundo jugador de la historia de Wimbledon que gana el título por sexto año consecutivo, después de William Renshaw, remató un global de 46 golpes ganadores, 22 de los cuales en el primer parcial, ante los 29 que logró su adversario.EFE