La remontada sólo es una cuestión de recursos para Rijkaard
Ni en los momentos más complicados ha
perdido la compostura, por lo que ahora, en plena euforia del
barcelonismo, con el Real Madrid a tiro de piedra, Frank Rijkaard,
el 'hombre tranquilo', asiste impertérrito a la remontada de su
equipo.
Su análisis es simple, más allá del carácter depresivo de unos o de otros, el holandés tiene claro que si su equipo juega ahora bien se debe a que por fin tiene a toda la plantilla disponible, sin lesionados y con la posibilidad, incluso, de gestionar los descansos.
Por eso ve el futuro confiado y cree que lo peor ya ha pasado. Ha tenido que lidiar con las dudas que le ha planteado la baja forma de Ronaldinho; improvisar cuando Leo Messi (12 goles en los primeros 14 partidos) se desfondó y posteriormente cayó lesionado en Valencia; y resignarse a las bajas de Touré Yayá y, especialmente de Eto'o, que se fueron a Ghana para jugar la Copa África.
Fueron partidos en los que el Barça no era el Barça. Con poca pólvora había que pertrecharse atrás, el equipo se convirtió en un equipo diferente, agarrados a la fiabilidad de Milito y a la seguridad de Víctor Valdés.
Partidos en los que los juveniles, Giovanni y Bojan tenían sus minutos de gloria tutelados por 'Titi' Henry; en los que Xavi e Iniesta no tenían sólo que construir, sino armarse de paciencia en defensa y el objetivo era sumar poco a poco, mirando de reojo la clasificación, esperando que capeara el temporal.
Rijkaard sabía que aquel Barça no era el suyo. En siete partidos, su equipo marcó 8 goles. Esa era la mala noticia, la buena es que apenas encajaba goles. A medida que ha ido recuperando jugadores, su equipo ha seguido creciendo.
Ronaldinho, a pesar de que no es el que era, ha mejorado sus prestaciones después de realizar una 'minitemporada' tras la derrota ante el Madrid; Messi ha vuelto a ser el santo y seña del equipo; Eto'o ha vuelto y con él los goles y Henry es el segundo que más goles aporta tras el argentino.
Con toda su pólvora, el Barça ha pasado de marcar poco más de un gol por partido a cerrar los dos últimos con ocho goles. Ha bastado que el once sea una cuestión mnemotécnica para redescubrir a la mejor versión de su equipo: enorme pegada, defensa no tan contundente.
Desde que ha empezado el año, los azulgrana no conocen la derrota. Ocho victorias y seis empates en tres competiciones: Liga, Copa y Champions; y además tiene la moral por las nubes después de haber remontado siete puntos en 29 días al Madrid.
Los madridistas sumaban 53 puntos por 44 del Barça en la jornada 21. Cuatro partidos después, el Real Madrid ha perdido tres de los cuatro encuentros jugados; el Barça ha ganado tres en ese periodo.
Por primera vez en la temporada, los de Rijkaard dependen de sí mismos. Están a dos puntos. En el Camp Nou aún se recuerda la resolución del pasado campeonato, que los catalanes dejaron escapar merced a un impresionante final de los blancos.
Del 'juntos podemos', el lema que se avivó en la capital para la remontada de los blancos, se ha pasado al 'Mecagoncony', una actitud propuesta desde el club catalán, que lo justifica en la necesidad de realizar una llamamiento a los aficionados para "no resignarse ante la suerte que nos auguraba".
Mientras tanto, Rijkaard sigue a lo suyo, a bajas revoluciones, pensando en la manera de seguir gestionando su plantilla y sabiendo que tiene buenas cartas para llevarse la partida o las partidas decisivas. EFE
Su análisis es simple, más allá del carácter depresivo de unos o de otros, el holandés tiene claro que si su equipo juega ahora bien se debe a que por fin tiene a toda la plantilla disponible, sin lesionados y con la posibilidad, incluso, de gestionar los descansos.
Por eso ve el futuro confiado y cree que lo peor ya ha pasado. Ha tenido que lidiar con las dudas que le ha planteado la baja forma de Ronaldinho; improvisar cuando Leo Messi (12 goles en los primeros 14 partidos) se desfondó y posteriormente cayó lesionado en Valencia; y resignarse a las bajas de Touré Yayá y, especialmente de Eto'o, que se fueron a Ghana para jugar la Copa África.
Fueron partidos en los que el Barça no era el Barça. Con poca pólvora había que pertrecharse atrás, el equipo se convirtió en un equipo diferente, agarrados a la fiabilidad de Milito y a la seguridad de Víctor Valdés.
Partidos en los que los juveniles, Giovanni y Bojan tenían sus minutos de gloria tutelados por 'Titi' Henry; en los que Xavi e Iniesta no tenían sólo que construir, sino armarse de paciencia en defensa y el objetivo era sumar poco a poco, mirando de reojo la clasificación, esperando que capeara el temporal.
Rijkaard sabía que aquel Barça no era el suyo. En siete partidos, su equipo marcó 8 goles. Esa era la mala noticia, la buena es que apenas encajaba goles. A medida que ha ido recuperando jugadores, su equipo ha seguido creciendo.
Ronaldinho, a pesar de que no es el que era, ha mejorado sus prestaciones después de realizar una 'minitemporada' tras la derrota ante el Madrid; Messi ha vuelto a ser el santo y seña del equipo; Eto'o ha vuelto y con él los goles y Henry es el segundo que más goles aporta tras el argentino.
Con toda su pólvora, el Barça ha pasado de marcar poco más de un gol por partido a cerrar los dos últimos con ocho goles. Ha bastado que el once sea una cuestión mnemotécnica para redescubrir a la mejor versión de su equipo: enorme pegada, defensa no tan contundente.
Desde que ha empezado el año, los azulgrana no conocen la derrota. Ocho victorias y seis empates en tres competiciones: Liga, Copa y Champions; y además tiene la moral por las nubes después de haber remontado siete puntos en 29 días al Madrid.
Los madridistas sumaban 53 puntos por 44 del Barça en la jornada 21. Cuatro partidos después, el Real Madrid ha perdido tres de los cuatro encuentros jugados; el Barça ha ganado tres en ese periodo.
Por primera vez en la temporada, los de Rijkaard dependen de sí mismos. Están a dos puntos. En el Camp Nou aún se recuerda la resolución del pasado campeonato, que los catalanes dejaron escapar merced a un impresionante final de los blancos.
Del 'juntos podemos', el lema que se avivó en la capital para la remontada de los blancos, se ha pasado al 'Mecagoncony', una actitud propuesta desde el club catalán, que lo justifica en la necesidad de realizar una llamamiento a los aficionados para "no resignarse ante la suerte que nos auguraba".
Mientras tanto, Rijkaard sigue a lo suyo, a bajas revoluciones, pensando en la manera de seguir gestionando su plantilla y sabiendo que tiene buenas cartas para llevarse la partida o las partidas decisivas. EFE