Doni, Rufai y Cichero avivaron la polémica arbitral en la Copa.

Enviado por roberto el Jue, 12/07/2007 - 13:10

Acciones como la del meta brasileño Doni en la primera semifinal al adelantar su posición en el último penalti, la del guardameta colombiano Robinson Zapata Rufai al no querer salir tras ser expulsado o la del venezolano Alejandro Cichero, al perder tiempo al final del partido ante Perú, han avivado la polémica arbitral en el torneo.

Estos pueden ser los picos de una actuación arbitral en la no se han registrado grandes alborotos, en un torneo en el que los colegiados se han mostrado dialogantes y los jugadores fundamentalmente correctos.

Quizá la acción más comentada en esta Copa sin grandes problemas ha sido la decisión del árbitro colombiano Oscar Julián Ruiz de no ordenar la repetición del último penalti de la serie de desempate en la semifinal entre Brasil y Uruguay.

Doni, el portero de Brasil, adelantó sensiblemente su posición, lo que le dio cierta ventaja para detener el lanzamiento del capitán uruguayo Diego Lugano y, en consecuencia, parar el balón y dar el pase a la final a su equipo.

El propio Doni ha reconocido que se adelantó en esa acción, lo que dio la victoria a su equipo y provocó una tangana entre los jugadores al final del encuentro, una de las dos que se ha producido en la competición.

La otra tuvo lugar al final del Venezuela-Perú cuando los jugadores de la selección de la franja roja consideraron que la actitud de Alejandro Cichero al controlar el balón en la última jugada del partido para esperar al final, no había sido correcta.

Por lo demás, las reticencias a dejar el terreno de juego de Robinson Zapata, Rufay, el meta colombiano que fue expulsado ante Estados Unidos completaron las acciones más polémicas en una Copa en la que, salvo en pequeños detalles, los arbitrajes no han sido especialmente criticados en su conjunto.

Esto no evita algunos errores en episodios concretos como el penalti que no señaló el ecuatoriano Muricio Reinoso del boliviano Gualberto Mojica sobre el venezolano Jorge Rojas, en la última jugada del partido, lo que irritó sobremanera a los jugadores y a la afición de Venezuela.

Sin embargo, en el partido siguiente, ante Perú, pudo haber otro penalti, está vez en contra de los venezolanos, que el colegiado mexicano Armando Archundia no castigó.

También hubo algunas protestas tímidas en otros partidos, pero las decisiones determinates fueron adoptadas correctamente, en especial la expulsión de Aldo Bobadilla en el Paraguay-México, que al registrarse en el segundo minuto de juego condicionó mucho el desrarollo del encuentro.

Nadie ha dudado de que la decisión del argentino Sergio Pezzotta fue la acertada en función de la reglamentación actual y, por otra parte, se vio con claridad el codazo del peruano Pedro García al venezolano Giancarlo Maldonado, que fue castigado con tarjeta roja por el mexicano Archundia y que tampoco ofreció campo a la discusión.

Tras la polémica por el último penalti en la primera semifinal, la segunda, entre México y Argentina, fue de guante blanco, con escasas acciones polémicas y bien dirigida por el chileno Carlos Chandía. Nadie discutió el penalti a favor de los argentinso que puso el 3-0 en el marcador.

Sin embargo, los dos partidos más fáciles de todo el torneo fueron los que acabaron ncon empate a sin goles en la primera fase: el Venezuela-Uruguay y el México-Brasil.

En el primero de ambos encuentros el brasileño Carlos Simón tuvo un arbitraje ploacentero a pesar de que mostró cuatro cartulinas amarillas, porque en el encuentro no hubo ningún tipo de tensión.

Postyeriormente, en el México-Chille, al paraguayo Carlos Amarilla le ocurrió exactamente lo mismo y también mostró cuatro cartulinas.