Maracaibo reune fútbol y arte en exposición de treinta artistas.
Maracaibo no sólo albergará el domingo la final de la Copa América sino que ha tratado de generar un diálogo entre fútbol y arte con una exposición en la que participan treinte artistas en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL).
El punto de partida de la exposición, y de la obra de cada uno de los artistas, es el balón. A cada uno de los treinta convocados se les entregó un balón para que lo transformasen de la manera como quisieran.
Las respuestas fueron variadas y aluden a distintas facetas del fútbol que así, a través de las obras de los artistas zulianos o afincados en Zulia, es visto desde diversas perspectivas.
Algunos artistas sencillamente aprovechan el balón para transformar su apariencia y su diseñó pintando encima del material o pegando en él otros materiales como madera.
Tal es el caso, por ejemplo, de Manuel Hernández, nacido en Maracaibo en 1964, que trabaja el balón de manera que éste adquiere una apariencia algo selvática lo que le permite titular su obra América animal.
Otros integran el balón dentro de una instalación más compleja invitando a reflexionar sobre los sentidos que pueden dársele al fútbol.
Gibran Oquendo, nacido en Edo en 1977, alude con su obra La gran fanaticada al fervor casi religioso que despierta en muchos el fútbol. El recurso de Oquendo fue adherir al balón que se puso a su disposición una serie de figuras religiosas, típicas de la iconografía popular latinoamericana.
Si Oquendo alude al fútbol como a una especia de sustituto de la religión, Omar Patiño invoca la dimensión mercatil que tiene el deporte pero sin desligarlo de la capacidad que tiene a su vez de generar leyendas.
El título de la obra de Patiño es Su majestad, el rey deporte y en ella el balón, forrado en un material metálico, sobresale en un viejo cofre, que evoca los cofres en los que supone que se encontraban los tesoros de los piratas, y que esta lleno de monedas.
El balón, además, está coronado por una vieja corona de emperador o acaso de Papa lo que también serviría para destacar su dimensión religiosa.
A diferencia de Patiño y de Oquendo, Lourdes Peñaranda prefiere huir en su obra de la búsqueda de significados posiblemente conflictivos y lo que parece hacer es más bien invitar a una contemplación del balón.
Diferencias es el título de la instalación de Peñaranda que consta sencillamente de dos balones de diseño distinto puesto el uno al lado del otro.
En otros trabajos es difícil encontrar donde quedó el balón después de la reelaboración hecha por el artista. Así, por ejemplo, en Mientras tanto, de Carlos Marín, el balón, después de mucho buscarlo, puede encontrársele reventado en un cesto al lado de un paño viejo y tal vez quemado y de una hoja en la que, entre otras cosas, aparece dibujado un avión de guerra.
Hay, también, propuestas más obvias. Eduardo Morán, el más veterano de los treinta artistas nacido en 1933, pinta sobre malla metálica una escena de lucha por el balón.
Angel Peña rodea la imagen del balón de recortes de prensa de grandes jugadores, lo pone sobre una red y, eso es menos obvio, lo acompaña con la imagen de un pájaro. Y Carlos años hace un Autorretrato con balón e indigente como invitando a no olvidar la crítica social en medio de la Copa América.
La muestra del MACZUL tiene un antecedente que fue la exposición Rundlederwelten (Mundos redondos de cuero) que albergó el Martin Gropius Bau de Berlín como parte del programa cultural paralelo a la organización del Mundial de 2006.
No obstante, a diferencia de la exposición de Maracaibo, la muestra de Berlín fue internacional y la mayoría de las obras que reunió no fueron hechas especialmente para ella sino que habían surgido en contextos diferentes.
Posteriormente, los diversos trabajos fueron integrados a la exposición por los comisarios.