Eliminatorias 2016, ¿Ecuador con la soga al cuello?
Tras el sopapo de Chile, todos son generales. La cruenta guerra terminó con guadaña en mano. Todos quieren la cabeza del técnico, la renuncia de quienes hacen el Comité Ejecutivo de la FEF (?) la salida de quienes (jugadores) fallaron en las jugadas puntuales que determinaron la eliminación de Ecuador en la Copa América.
Es decir, al típico estilo ecuatoriano. Tras el fracaso hemos escuchado las más cobardes agresiones y comentarios de advenedizos que buscan fama a través del agravio y la burla. Nadie se salva. Cuando se gana todo está bien y cuando se pierde son un desastre. Es decir siguen haciendo leña del árbol caído.
Y no deber ser así. Las tres clasificaciones a los mundiales deberían servir para emitir comentarios acertados, inteligentes, sin pasiones, ni observaciones regionalistas, que me recuerdan los años 70 donde prevalecían las personas que vivían y bebían del fútbol.
Y no contentos con todo ello, los recalcitrantes se frotan las manos, dibujando una sonrisa maliciosa, deseando, con el corazón en la mano, que los juegos eliminatorios 2016 se realicen en otro estadio del Ecuador, no en el “Fortín” del Olímpico quiteño, porque el “engaño de la altura” nos pasó factura en la temible Copa América de selecciones. ¡Qué desparpajo, que descaro, que desfachatez, que inmundicia¡
En verdad ¿qué es lo que pasó?
Es bueno comentar las ácidas críticas de los “omnipotentes fiscales” de la “Tricolor” que se han solazado con acervas exposiciones propias de un barco de filibusteros y truhanes.
Pusieron en la pared de fusilamiento a Miller Bolaños, Fricson Erazo, Renato Ibarra, Fidel Martínez, Walter Ayoví Corozo y Gabriel Achillier, por los errores puntuales-personales, que jamás serán perdonados y que fueron hechos fortuitamente por seres humanos a los que hay que respetarlos, no hundirlos, porque detrás de ellos hay padres, madres, esposas e hijos.
Las lesiones impactaron con dureza en lo que todos presumíamos iba a ser una conformación espectacular, la que cambiaría definitivamente la historia de la Copa América, para Ecuador, una auténtica pesadilla, por todo lo registrado desde el año 1939.
Los agresivos críticos como que vieron por sobre el hombro las ausencias de Antonio Valencia, Felipe Caicedo, Ángel Mena y Michael Arroyo. Y cuando esto lamentablemente pasó dijimos que fue el primero y doloroso traspié, porque difícilmente Gustavo Quinteros, DT que agarró “una papita caliente” en sus manos, podría lograr incorporaciones del mismo nivel. Dicho y hecho así pasó. Y ahí vino el “tsunami periodístico”.
Y si muchos informadores “desollaron vivo” al técnico argentino-boliviano, fue por su falta de tino y moderación al momento de referirse a otros temas, más personales, los que develaron su forma iracunda de expresión hacia aquellos “que se atreven a enfrentarlo”.
En eso deberá mejorar, el verborrágico DT porque no está en la selva, donde no hay dios ni ley. Deberá reflexionar sobre la hinchada ecuatoriana, a la que dividió en dos; los buenos y los malos, los que están en favor de la “Tri” y los que están en contra de la selección. Y él (Quinteros) sabe cómo el que más que la voz de Dios es la voz de la hinchada, de la gente, de la que le da de comer…
• CONCLUSIONES.- Por lo demás debe haber un baño de honestidad y sinceridad interno, entre jugadores, los que deben exponer verdades sin cálculos ni amistades. Solamente ahí sabremos que le espera a Ecuador en las eliminatorias que se iniciarán en el 2016, rumbo al mundial de Rusia.
• El informe del Director Técnico, sin compromisos de equipos o amistades debe ser real, con detalles de actuaciones, calificaciones, fortalezas, debilidades y comportamientos. Todo lo que pasó debe ser escrito sin compadrazgos ni afectos.
• La programación hacia las eliminatorias debe ser moderna y exigente. No se puede perder un solo segundo de tiempo, porque después nos quejamos de la falta de entrenamientos, jugadores que llegaron a destiempo y saturados de fútbol.
• El llamado a nuevos jugadores es algo imperativo. Todos o casi todos tuvieron la oportunidad en la Copa América Chile 2015, unos cumplieron, otros defraudaron y justamente por ello, por no haber dado la talla internacional deben abandonar la “Tricolor” y tomarlo como una experiencia que debe servir para crecer mental, física y técnicamente.
• El fracaso es doloroso, es cierto y los jugadores y cuerpo técnico deben rendir cuentas. Con la verdad, todos, redimidos de culpa, no así de responsabilidad, buscarán el puesto para ser el aporte que todos queremos en las eliminatorias 2016.
• La selección y escogimiento debe ser mucho más riguroso porque en las eliminatorias no hay lugar para equivocaciones como las registradas en Chile, lo que en verdad nos costó la eliminación a la nueva fase de la Copa América de selecciones.
• Hay un estado mental que debe fortalecerse en todos, tras los horrores y desenchufes que mostró Ecuador en los partidos ante Chile y Bolivia. Aunque después, tras la victoria ante México, según los intereses del medio, fuimos el equipo que “todos queremos ver en las eliminatorias”. Todos bailaron al son del firulete.
• Pero es hora de construir. Necesitamos un Ecuador fuerte para las eliminatorias. Si queremos ser ofensivos debemos tener líneas compensadas, con jugadores inteligentes y desequilibrantes. Eso hay que buscar.
• Volvamos a renovar la fe en nuestra selección. Ellos, los jugadores están conscientes del fracaso, saben en lo que fallaron y como deben competir en el futuro.
• El radicalismo de muchos que odian la paz y denigran al ser humano, con epítetos cavernícolas y procaces, actitud extremada e intransigente de las personas que no admiten términos medios, debe ser extirpada de la mentalidad de un pueblo progresista y generoso como el ecuatoriano que ha disfrutado ya de tres clasificaciones al mundial de fútbol. ¡Ojalá se pueda dar!
Por: Gonzalo Melo Ruíz