Aucas, debe agarrar al toro por los cuernos

Enviado por robert el Lun, 01/06/2015 - 11:26

La para del campeonato debe servir para analizar el rendimiento de jugadores, cuerpo técnico y colaboradores administrativos. Si el cambio debe ser total, que se lo haga. Que no prevalezcan los intereses internos y externos. Que se tracen los lineamientos para una actuación digna en la segunda etapa donde es prohibido equivocarse.


La  actual administración, debe agarrar al toro por los cuernos. No le debe temblar la mano cuando se trate de liquidar a los jugadores que no han cumplido con un aceptable rendimiento técnico y buena conducta; tampoco debe titubear al momento de buscar los refuerzos nacionales y extranjeros para la segunda etapa, momento crucial de la competencia donde deben aparecer los auténticos profesionales de un equipo que tiene sangre, historia e idolatría.


El Aucas no es de ningún dirigente, es del pueblo quiteño, el que ha dejado, en arcas en el 2015, $ 654.364, tras una asistencia  de 84.183 feligreses en ocho fechas jugadas en el estadio del sur. Es decir $ 81.795 recaudados por fecha, con una asistencia promedio de 10.522 aficionados. Por plata y asistencia no hay que quejarse. El reto está en lo que viene, hay que poner económicamente todo lo que se tiene, incluyendo conocimiento y frialdad de procedimientos.


Al iniciarse el 2015, dos funcionarios de la actual administración trabajaron en el armaje y decidieron la suerte del equipo más querido de Quito. Siempre se dijo que se trabajó de acuerdo al presupuesto y por lo tanto lo contratado era lo único que se podía presentar a la hinchada.


Entonces vino la modestia, se inscribió en la FEF a jugadores débiles, inexpertos y de ínfima calidad. Ese es el inri que llevan todos los involucrados, los que pregonaron sin una pizca de vergüenza que el proyecto es defender la categoría, eso como la hazaña máxima al finalizar el año.


Y después vino la debacle. Partidos buenos y malos, jugadores que se escondieron cuando la mano le vino cambiada, con resultados catastróficos por falta de concentración y actitud mental. En resumen últimos en la tabla, tres partidos ganados, siete empatados y nueve perdidos. Y como si todo esto fuera poco, los profesionales del  balón hoy gozan de vacaciones: los extranjeros en el exterior y los nacionales en las cálidas playas ecuatorianas. Total, la recompensa (?) por semejante campaña está allí. ¡Grave error!


Es como si la empresa estuviera quebrada y como premio al "gran trabajo del hundimiento empresarial" les dan vacaciones a los diligentes empleados para que tomen aire puro y retornen a las labores, tras apenas cuatro meses de trabajo (?). ¡Qué vergüenza!


Y si el técnico no quiere dar el paso al costado, el tendrá sus razones. Él quiere seguir luchando, porque considera que todavía hay jugo en el color amarillo y que los jugadores responderán en la segunda etapa, salvándole al Aucas de la peregrina idea de conservar la categoría.


Pero si los muchachos no responden en la segunda etapa, la culpabilidad de DT, jugadores y dirigentes, será la que incida en el desastre, porque hay una hinchada que apoya como nunca y reclama con razón, mejores resultados y más entrega, porque lo pírrico del momento no se compadece con aquella consigna de entregar el alma en cada partido.


La reingeniería es un concepto obligado. Los jugadores que no han cumplido deben salir por sanidad mental. Los que creen que dieron todo de sí, deberán redoblar esfuerzos para quedarse en la serie de los privilegiados, donde siempre tendrán un lugar preferencial.


Pero para que todo se inicie bien debe haber el dinero suficiente, no con el cuentagotas de siempre, ni con el ahorro que solamente en la época de guerra se puede hacer.


Debe haber la decisión de invertir y llegar lo más arriba posible. Y si el dinero interno no alcanza, se debe negociar la ayuda externa, se debe contratar a jugadores que tengan temple y talento, que entren al camerino con la lengua afuera, desfallecientes, dejando en la cancha el corazón que corrió a 200 kilómetros por hora y miles de gotas de transpiración, aquella que adornan los hogares de los jugadores decentes y luchadores.


La fidelidad de la hinchada de Aucas es algo sublime. Tiene historia y leyenda, es patrimonio de generaciones de quiteños que vieron en el oro y grana al representante de una estirpe inclaudicable y heroica que lucha dominicalmente por la vigencia de un nombre respetable y querido.


Eso es lo que deben proteger los actuales dirigentes. No hay que jugar con fuego, porque después los quemados- aparte de sufrir uno de los castigos más crueles de la humanidad, jamás quedarán con el rostro de antes, con el que se podía mirar con optimismo lo bello de la competencia y lo incomparable de los triunfos deportivos.


Por: Gonzalo Melo Ruíz