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Félix Sánchez Bas afina la configuración del combinado tricolor y gana credibilidad para estar en la próxima Copa del Mundo

Una derrota y una victoria. Este es el balance que acumula el técnico español Félix Sánchez Bas con la selección ecuatoriana de fútbol desde que hace tres semanas asumiera el control del equipo. Ambos encuentros, amistosos y disputados frente a Australia, han formado parte de la gira que la Tricolor acaba de cerrar por tierras oceánicas. La evolución del juego ha dejado buenas sensaciones entre los aficionados, teniendo en cuenta que el debut se saldó con un 3-1 en contra y que en el último choque se consagró la revancha por 1-2. De hecho, los pronósticos en 1xBet, que es una de las mejores casas de apuestas -como puede leerse en las opiniones 1xbet-, señalan que la progresión del combinado nacional augura una plaza en la próxima cita mundialista.

Sin apenas tiempo de conocer a los jugadores y familiarizarse con la dinámica de grupo, el nuevo entrenador tuvo que asumir en cuestión de días el partido inaugural de su etapa al mando de la Tri. Fue en el CommBank Stadium, en la ciudad de Sídney, con tan sólo un puñado de entrenamientos y con las bajas de los lesionados Enner Valencia, Gonzalo Plata y Carlos Gruezo. El planteamiento de Félix Sánchez dejó una imagen bastante pálida en la línea defensiva, visiblemente desordenada e inmersa en la concesión de espacios peligrosos, precisamente contra Australia, un conjunto que vive del contragolpe. Tampoco ayudó la ausencia de VAR; Wellington Ramírez encajó dos goles en claro fuera de juego.

Pese a la inestabilidad de la zaga, el dibujo de Sánchez invirtió sobre todo en lanzarse al ataque con la figura de Caicedo como director de orquesta, que se dedicó casi en exclusiva a colgar balones al área, a tener una posesión desprovista de verticalidad. No hubo más recurso ofensivo; sólo el tanto anotado de cabeza por Félix Torres maquilló un poco el resultado. Con este bagaje tan escaso, más testimonial que productivo, la selección dispuso de cuatro sesiones de entrenamiento para preparar la segunda cita, con la necesidad imperante de buscar un aire de renovación que ofreciera mejores números.

El catalán tuvo que ajustarlo todo para dar con una fórmula más efectiva. Cambió de protagonistas, de esquema, de intención. Es evidente que el grupo todavía se encuentra en fase experimental, por lo que el baile de variaciones está más que justificado. En la revancha contra los Socceroos, el nuevo míster descartó a Moisés Ramírez, Cifuentes, Sarmiento, Ángel Mena y Michael Estrada, poniendo en su lugar a Galíndez, Pacho, Franco, Sornoza y Kevin Rodríguez. Además, accedió a poner una primera línea de tres centrales, algo que facilitó la salida del juego por el pasillo interno, donde el pivote estuvo conectando todo el rato con una medular de cuatro, más poblada.

Lejos de conformarse con una buena colocación y una fluidez más que notable, el técnico le metió una marcha más al duelo en la búsqueda del empate, ordenando a Rodríguez y a Sornoza una mayor profundidad por los extremos. No cesaron tampoco los tiros de media distancia ni la tentativa de finalizar cada una de las jugadas; aunque hubo menos posesión que en el primer partido, el estilo directo provocó más alegrías. Estupiñán puso la igualada de penalti y William Pacho firmó el segundo y definitivo de cabeza, ya en el minuto sesenta y cuatro. Un resultado final que deja una tendencia prometedora.