El Aucas se fortalece con hombres de bien

Enviado por robert el Sáb, 18/10/2014 - 00:05

El fatal desenlace que tuvo ayer el querido Deportivo Quito, que se hundió en el camino fangoso de las deudas y malas administraciones, obliga, a quienes hemos visto pasar por el fútbol quiteño a cientos de gandules y pelafustanes, a subrayar lo noble y honesto de un luchador, Ramiro Gordón, que no se ha servido de Aucas, para llevarlo, ojalá a lo que puede ser el triunfal retorno a la serie donde fue el equipo ganador de los célebres segundos tiempos, logrando la idolatría de un pueblo que lo ama y lo vitorea cada vez que logra triunfos en el Fortín del Sur, reducto sagrado de goles inolvidables y jugadas históricas. Don Ramiro, como le dicen cariñosamente los séquitos amarillos, es una luz en el oscuro túnel por el que transita el fútbol ecuatoriano.

 

Su sensibilidad hacia los demás, algo que hoy no existe, por la forma ambiciosa de otros, llena de desparpajo y audacia para cobrar a través del descaro inversiones antiguas, desacreditadas y sin sustento, es el apoyo mágico de los seres humanos de primer nivel, de aquellos hinchas que siendo pocos de corazón, hoy resurgen como el Ave Fénix, en medio de la carroña, putrefacción y dolo.

 

Desde su fundación en aquel 6 de febrero de 1945, con la visión de un hombre que se adelantó en el tiempo como Don Federicus Hulswit, hasta llegar al 2014, con la presencia de un hombre decente y trabajador como Ramiro Gordón, han pasado 69 años de lucha histórica, titánica e inclaudicable.

 

Con la humildad de los grandes pasaron por Aucas caballeros del fútbol como: Dr. Jaime del Castillo,  Dr. Luis Cueva, Carlos Coba “Cobita”, “Omoto” Gutiérrez, Fabián Vizcaíno, Edmundo Becdach, Mario Ferri, Hernán Chiriboga, Gustavo Herdoíza León, Jaime Bowen Andrade y Rubén Landázuri, entre otros.

 

Todas las vicisitudes de la vida deportiva, todos los dolores, todos los desengaños fueron asumidos por estos ilustres hombres, con valentía, inteligencia, y al final, con un estoicismo propio de la época, donde el corazón prevalecía sobre el infortunio.

 

Un 12 de abril del 2012, apareció en Aucas, Ramiro Gordón, un hombre de gran sentimiento, lleno de coraje y altruismo. No ha pasado mucho tiempo y el amigo de todos hoy tiene credibilidad de sus semejantes y ellos (los jugadores de Aucas) empiezan a creer en el ser humano, que devuelve el bien por el mal, sin afán de recompensa; su beneficio es dotar de paz al humilde, siendo bueno, benévolo en su mundo donde no hay excepciones de religiones, escalones sociales o convicciones profundas.

 

Pese a que su labor es positiva, porque trabaja en beneficio de la gente humilde del Ecuador (Aucas tiene jugadores de todas las regiones de la Patria) perdona y olvida las ofensas y solo se acuerda de los beneficios hacia los demás. Está al borde de la hazaña, solo falta el apoyo de los quiteños, de aquellos que siendo mayoría, hoy todavía calculan asistencias, en vez de extender su mano generosa, al equipo que lucha ante todos por volver a la serie donde fue un grande, un ídolo, un ejemplo de combate y victorias épicas.

 

El caballero Gordón, no está envanecido de su fortuna mental y espiritual, ni por sus ventajas personales, pues su exitosa empresa, es el espejo de la transparencia con que  ha actuado toda su exitosa vida  en el campo empresarial.

 

Sí el orden deportivo ha colocado a los hombres bajo su dependencia, su trato es de bondad y benevolencia. Los mira con respeto, utilizando su autoridad para abrumarles de orgullo, hacerles sentir que la camiseta de Aucas es el emblema de la honestidad y entrega total.

 

En sus cualidades que distinguen al hombre de bien, al amigo de la institución que puede saborear al éxito a fin de año, siempre y cuando todos, jugadores, hinchas, dirigentes, familiares y afines al propósito de volver al sitial donde tuvo un trono especial, donde nació la idolatría de un pueblo hacia su hijo predilecto, extiendan su mano generosa, para devolverle a Quito la alegría de jugar al fútbol, con un “Papa” generoso y amigable, solamente ahí, la nunca olvidada Mónica Gordón Salazar, podrá dibujar aquella sonrisa inolvidable, llena de felicidad, paz y hermandad, aquella que entregó a sus niños de las divisiones formativas, donde la decían “Mamita Mónica”, por su enorme cariño hacia los más necesitados.

 

Esa legión de corazones ardientes y nobles ha sido la encargada de castigar y denunciar a aquellos que se aprovecharon del Aucas, sumiéndolos en la más completa marginación, porque no son capaces de ir al estadio y dar la mano al espectador de general, porque tienen miedo de la ira popular.

 

Y en este grupo privilegiado de gente buena, de personas sencillas y humildes como Stalin Gordón, Oswaldo Paredes, Juan Ramón Silva y su equipo de profesionales, donde aportan en forma incansable Roberto Perrazo y Manolo Illezcas, está el contingente de un pueblo que nunca se cansará de alentarlos, que estará aplaudiendo en los días de victoria y consolándolos en los momentos de tristeza. No habrá perdón y olvido para quienes se junten con los gandules y pelafustanes que hasta el momento andan libres por las canchas de Quito.

 

Si Ramiro Gordón,  cuando se trabaja con las manos limpias, con el deseo permanente de ganarle a la adversidad, la recompensa final está a la vuelta de la esquina, con aquel brillo especial, que llevó a los Reyes Magos a descubrir la divinidad de un ser humano que dio su vida por entregar a sus semejantes paz y felicidad. Todo esto se lo merece. Y hacemos este relato, antes de que la felicidad contagie a los moros y cristianos, que seguramente lanzaran flores por el retorno de “Papá” al camino del éxito. Bien por su familia, base fundamental del éxito que está por conseguir. ¡Que dios lo quiera así!

 

Por: Gonzalo Melo Ruíz