Aucas, el “Fortín” debe ser un campo sagrado

Enviado por robert el Vie, 01/08/2014 - 12:22

El campeonato sigue sin concesionar nada a nadie. Aucas al iniciar su campaña como local, en la parte decisiva del torneo,  debe dejar bien en claro que: mientras  responda el corazón y la mente, todo puede hacerse realidad. En otras palabras, no perder ni de broma, un punto en su cancha.

 

Después de soportar los momentos de nervio y desconcierto de la primera etapa, vino la respuesta que fue simple: férrea unidad y entrega permanente. Los jugadores amigos por siempre, en las buenas y en las malas, jugaron con solidaridad y alegría; el concepto técnico crecía y el táctico flotaba, transformándose en el “As” que bajo la manga apareció para hacerles morder el polvo de la derrota a todos quienes se interpusieron en su camino, especialmente de visitante.

 

No faltaron los momentos amargos que hicieron  tambalear las aspiraciones de ascenso a la serie “A “, cuando se perdieron tres partidos y se empataron dos, es decir once puntos. Algo doloroso e inadmisible, para un equipo que tiene el cariño popular. Y ahí apareció la carroña, con su poder destructivo y letal, dejando heridos a los ídolos del pueblo que tuvieron la garra de antes para levantarse y como el Ave Fénix, volar hacia la consagración.

 

¿Qué se recuerda con pasión? Hambre de triunfos y sed de gloria. Pero como todo eso ya lo saborearon los jugadores, hoy deben consolidar su nombre e inscribirlo con letras de oro en el corazón de los auquistas. La idea es ganar TODOS LOS PUNTOS DE LOCAL.

 

¿Cuál era la ventaja? Jugadores que se tragaban el oxígeno del rival y los ahogaban con un derroche físico descomunal, donde el ritmo era endemoniado, devastador y contundente. Esta segunda etapa será decisiva para mostrar todo lo bueno de un estilo donde se practica la solidaridad y entrega total.

 

¿Cuál era el sueño? Una hinchada solidaria y unida. Todos sueñan con la serie “A”. Y junto a ello, aparece  la “Hora de la Verdad”. Los grandes y chicos, que en la cancha hicieron cosas de grandes, deben ratificarlo el domingo ante ESPOLI. El futuro le ganó al recelo. Falta el 100% restante para que llegue la Navidad con sus regalos y sorpresas.

 

¿Qué tenemos hoy? Un equipo con temple y talento. Con jugadores de gran nivel competitivo, esperando el momento para sacar las garras y aferrarse al grupo de los grandes triunfadores.

 

¿Cuál es el futuro? Contar con una afición feliz, querendona e incondicional. Que todavía cree en el deseado ascenso a la serie donde Aucas creó la idolatría que la llevó a ser grande. Es como para ponerse a soñar, porque no se puede perder un solo punto más.

 

Es bueno recordar que cuando un equipo marca, juega, sabe ir al ataque, tiene su cuota de grandeza, con jugadores en permanente evolución, que inventan sorpresas, que hablan, se ubican bien, implicando todo ello un estilo, una manera de sentir el fútbol, siendo una marca registrada, es cuando viene la reflexión madura, salpicada de historias gloriosas, propias de héroes y luchadores. Todo eso se puede dar en el final de año.

 

Temible visitante. Ratificando un sistema exitoso de visitante se dio el primer paso al iniciar la etapa de los sueños dorados. La idea es ganar el domingo. Para ello hay argumentos más que respetables: una formación equilibrada, sin cambios ni modificaciones importantes, peor aún con improvisaciones de puestos, dos volantes de primera línea inteligentes y mandones; dos con inventiva, marca, sobriedad y anticipo, dejando adelante a la dupleta goleadora de la serie “B” Jimmy Delgado y Lauro Cazal, para que revienten las porterías rivales, con inspiraciones divinas y goles inolvidables.

 

Esto debe permanecer como el mensaje de guerra, a morir en las canchas del Ecuador, pero especialmente en el estadio “Gonzalo Pozo Ripalda” porque si  lo escrito y añorado no pasa, habrá que renovar energías y conceptos para ganar todas las finales que se avecinan.

 

Ningún visitante por más pintado que sea debe profanar, de hoy en adelante, el campo santo del equipo más querido de Quito. Es mi opinión de corazón. ¡Que así sea!

 

Por: Gonzalo Melo Ruiz